Empieza Jesús diciendo: "Un ciego no puede guiar a otro ciego..." Son palabras que nos llevan a la confesión de fe de David: "En tu luz vemos la luz" (Sl 36,10). A lo lejos, David nos anunció que "Jesús sería la Luz del mundo" (Jn 8,12). El problema es que los dirigentes de Israel, sus pastores, rechazaron a Jesús, la Luz veladamente anunciada por David, poniendo en evidencia que su culto en el Templo y sinagogas no alcanzaba sus corazones. Cumplían con Dios sin más, es decir sin desprenderse de las corazas de su corazón.
Al protegerse así, frente a la Palabra, estaban defendiendo sus ambiciones,
envidias, soberbias, avaricias... o sea; rezaban protegiendo sus basuras; así
las llama Dios por medio del profeta Ezequiel (Ez 36,25-26). Este Evangelio nos
llama a estar alerta, como vírgenes sabias (Mt 25,1...) porque nadie es inmune
al hecho de defender sus mediocridades, frente a la Vida que nos ofrece el
Jesús nuestro Buen Pastor, con su Evangelio...Recordemos lo dicho por Juan:
"En la Palabra estaba la Vida... " (Jn 1,4) Vida y Luz en el
corazón, o mediocridades que nos vuelven ciegos...nosotros escogemos.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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