Cada uno es diferente y
aunque no es fácil, cuando estás con grupos que conoces (“amigos” de zona), te
encuentras en medio del mogollón con un “dilema”:
Es decir: Tema Dios ni
por asomo… Y hablan y hablan sin parar de cosas divertidas, banales o
contrarias a mí modo de ver… Y ahí ando yo.
- ¡Me pierdo, me
pierdo! Digo
- ¡Anda ya Emma! que
siempre vas de boba y entiendes de lujo…
Sí, tal vez vaya de
boba y entienda, pero no intervengo en palabras sino con gestos y sonrisas… Hago
“clan” ¡A ver!!! pero no opino como ellos en ciertos temas. Mis silencios son cómicos, poniendo una cara de más tonta que
una sartén.
Emma es la que se “sale
del grupo” y la que más se ríe por verdaderas tonteras a pesar de tener cada
uno una vida complicada. Pero “en disimulando” de vez en cuando salto:
- ¡Eso no se hace jué!, ¡el mundo está loco y yo soy genial jajajajaja,
propia del año 14, me encanta!, ¡anda vente conmigo a misa el Domingo!... (¡Ufff
qué he dicho!).
- Yo “la quiero mucho”
(todos quieren a todos, esto es muy moderno) y me cae pero que muy bien…
Dicen,
aunque no sea realmente cierto. Son formas de hablar.
Lo sé y, ese es mi
gancho para definirme como católica, con mensajes subliminales que hagan
pensar, al menos recapacitar por unos instantes ¡instantitos!!!
Con el tiempo me convertí
en la que animó a personas solas (cada uno de su padre y de su madre) a unirse
un par de horas y tomar unos cafés. Ayudando a uno, ahora todos ayudan en lo
que pueden y lo mejor: Un día, un ateo rezó; otro día di a entender que el
infierno existía y creé una extraña duda (le afectó) en una mujer que ha huido
de Dios.
No son más que
diminutas pinceladas, no éxitos, pero me siento acogida a pesar de lo que diga,
porque si algo he conseguido es el respeto a mi actitud ante la vida.
A Dios le llevo a mis
tertulias “de hoy” y vemos cómo el mundo ha perdido la paz, el sosiego y el
norte… Pero estamos ahí en mesas de “amistad”. Gracias Dios por estar conmigo donde
las almas se necesitan sin que me tachen de fanática, “ursulina”, de anticuada…
Siempre digo cuando
surge, que mis serios problemas si me encuentro desamparada, los consuela Dios
en la soledad de mi habitación. Me duerme durante la oración y me regala un
nuevo día dentro de mí como una nueva y esperanzadora luz que cruza mi alma.
¡Hasta mañana chicos! Y
a ti Dios, no me faltes que tenemos que dar “toquecillos”…
Emma Díez Lobo
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