Señor Tú y el agua
parecéis uno. En vuestra unidad renace
el hombre una y mil veces y, no es una frase romántica, es verdad desde que el
mundo te conoce: Mar Rojo, desierto de Sin, Bautismo, Agua de tu pecho el día
de tu Muerte… Pero también diluvio.
Sí, un día te enfadaste
y cuando te enfadas… ¡A morir por Dios!!! (nunca mejor dicho), no quedó ni uno,
bueno sí, unos poquines… Y nunca más Santo Tomás. Pero quien se ahogó en
lágrimas de pena y soledad más tarde, fuiste Tú en Jerusalém.
La gran diferencia es
que Tú lo hiciste por la humanidad y nosotros sólo lo hacemos por nuestro
“clan”. Ya sé que son lágrimas, ahogos y angustias también; lo dice la oración:
“Valle de lágrimas” y sí que es real
porque vivir sin llorar, no es de humanos; pero no sufrimos por los demás, a lo
sumo: ¡Qué barbaridad!, ¿has visto lo que
ha pasado?, ¡jué como anda el mundo! Y hala, a dormir la siestorra…
Nos ahogamos con
frecuencia por causa del tamaño de nuestra fe ¡Ni se ve!, la tenemos a dieta y
así nos va de bien, hundiéndonos hasta en un vaso de agua, que para muchos es piscina
y para otros, el Atlántico.
¡Pues no!!! No debería
ser así. Él podría echarte una mano ó cincuenta si nuestra fe no tuviera
anorexia y, no te digo si además de eso, Le retamos: “Si existes…” ¡Ya lo fastidiaste! Es lo peor. O crees o no crees,
pero no Le pongas nunca a prueba ¡Ni se te ocurra! Porque te ahogarás sí o sí.
Dios existe, Jesús te
ayuda y punto pelota, no te líes tanto. Ya sé que es fácil creer cuando no
tenemos “sed” y súper difícil cuando la tenemos, pero esto hay que cambiarlo,
porque otra cosa no sé, pero arte para sacarte del “boquete” grande o chico, ni
lo dudo y si lo dudáramos ¡vuelta a fastidiarlo!
El agua y el fuego son
vida para el hombre, pero cuidado, te puedes ahogar y también quemar. Es decir
que recemos para no dudar y ni el “agua” nos ahogará (a no ser que hagamos el
tonto), ni el “fuego” nos quemará (a no ser a lo bonzo).
Señor dame tu mano cada
día: Unas veces para apretártela yo y darte gracias y, otras para que Tú me agarres
con fuerza y no me hunda.
No me gusta ni un pelo eso
de: “Cuando toques fondo…” ¡Pues vaya
un plan más atractivo!, seguro que viene del “mundanal ruido” y de psicólogos
pero no de quien se deja caer en los brazos de Dios.
Emma Díez Lobo
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