jueves, 6 de agosto de 2015

¿Te ahogas?




Señor Tú y el agua parecéis uno. En vuestra unidad  renace el hombre una y mil veces y, no es una frase romántica, es verdad desde que el mundo te conoce: Mar Rojo, desierto de Sin, Bautismo, Agua de tu pecho el día de tu Muerte… Pero también diluvio.   

Sí, un día te enfadaste y cuando te enfadas… ¡A morir por Dios!!! (nunca mejor dicho), no quedó ni uno, bueno sí, unos poquines… Y nunca más Santo Tomás. Pero quien se ahogó en lágrimas de pena y soledad más tarde, fuiste Tú en Jerusalém.

La gran diferencia es que Tú lo hiciste por la humanidad y nosotros sólo lo hacemos por nuestro “clan”. Ya sé que son lágrimas, ahogos y angustias también; lo dice la oración: “Valle de lágrimas” y sí que es real porque vivir sin llorar, no es de humanos; pero no sufrimos por los demás, a lo sumo: ¡Qué barbaridad!, ¿has visto lo que ha pasado?, ¡jué como anda el mundo! Y hala, a dormir la siestorra…  
  
Nos ahogamos con frecuencia por causa del tamaño de nuestra fe ¡Ni se ve!, la tenemos a dieta y así nos va de bien, hundiéndonos hasta en un vaso de agua, que para muchos es piscina y para otros, el Atlántico.  

¡Pues no!!! No debería ser así. Él podría echarte una mano ó cincuenta si nuestra fe no tuviera anorexia y, no te digo si además de eso, Le retamos: “Si existes…” ¡Ya lo fastidiaste! Es lo peor. O crees o no crees, pero no Le pongas nunca a prueba ¡Ni se te ocurra! Porque te ahogarás sí o sí.

Dios existe, Jesús te ayuda y punto pelota, no te líes tanto. Ya sé que es fácil creer cuando no tenemos “sed” y súper difícil cuando la tenemos, pero esto hay que cambiarlo, porque otra cosa no sé, pero arte para sacarte del “boquete” grande o chico, ni lo dudo y si lo dudáramos ¡vuelta a fastidiarlo!

El agua y el fuego son vida para el hombre, pero cuidado, te puedes ahogar y también quemar. Es decir que recemos para no dudar y ni el “agua” nos ahogará (a no ser que hagamos el tonto), ni el “fuego” nos quemará (a no ser a lo bonzo).

Señor dame tu mano cada día: Unas veces para apretártela yo y darte gracias y, otras para que Tú me agarres con fuerza y no me hunda.


No me gusta ni un pelo eso de: “Cuando toques fondo…” ¡Pues vaya un plan más atractivo!, seguro que viene del “mundanal ruido” y de psicólogos pero no de quien se deja caer en los brazos de Dios. 


Emma Díez Lobo

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