Himno de acción de gracias
después de la victoria
Comienza el Salmo 117 igual como
termina: “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
Misericordia”
Ya la palabra misericordia, nos
hace entrar de lleno en las entrañas de Dios. Etimológicamente, su raíz latina
nos lleva al corazón (cor, cordis= corazón). Sus entrañas son de Amor con su
Corazón reconociendo nuestras miserias, por las que Él ha muerto.
Me llama la atención la estrofa
5: “En el peligro grité al Señor y me escuchó, poniéndome a salvo”. ¿De
qué peligro habla el salmista? De los peligros que acechan a todo hombre, de
perder la fe, y con ella, la Vida Eterna. Esos son realmente los peligros que
nos han de preocupar. Dice el Señor: “…Y no temáis a los que matan el cuerpo,
pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede llevar a la perdición
alma y cuerpo en la gehena…” (Mt 10, 28-29).
Continúa el salmista, imagen de
todo hombre que se acerca a Dios en la tribulación, y se pregunta; ¿Qué
podrá hacerme el hombre?
El salmista, como virgen sabia,
se ve en peligro, e inmediatamente invoca al Señor, porque sabe que Él le
escucha. “Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su
oído hacia mí, el día que lo invoco” (Sal 116). Israel, el pueblo de Dios,
es el pueblo de la “escucha”, del oído abierto hacia Dios. No podemos olvidar
el Shemá, que en hebreo significa: escucha. “Escucha Israel: amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser…” (Dt 6,5).
Continúa viendo cómo le rodean
todos los pueblos, cómo avanzan contra él, cómo le cierran el cerco y arden en
el fuego como avispas…Y renace en él la fe: “en el nombre del Señor los
rechacé”.
Sin embargo, le siguen empujando
para derribarlo; “pero el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi
salvación”. Es la misma contestación que recogemos en el libro del Éxodo: “Mi
fortaleza y mi canción es Yahvé, Él es mi salvación”(Ex 15,2).
Los israelitas acaban de pasar el Mar Rojo, con Moisés a la cabeza y dan
gracias al Señor por su victoria con este cántico. Y el himno que nos recuerda
el Salmo se refiere precisamente a este texto.
“La diestra del Señor es
poderosa, la diestra del Señor es excelsa…”, continúa; es la misma Diestra,
la Mano poderosa del Padre la que levantó a su Hijo del sepulcro, es la misma
mano que sostuvo la mano de Moisés en la lucha contra los amalecitas, que nos
recuerda el libro del Éxodo en (Ex 17,13-13), y es la Mano del Padre que nos levantará
a nosotros, los que seguimos a Jesús, el día de nuestra llegada a la Casa del
Padre. Está profetizado en el libro de Ezequiel; Leemos:”…Voy a abrir
vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de
nuevo, al suelo de Israel. Sabréis que Yo Soy Yahvé cuando abra vuestras tumbas
y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi Espíritu en
vosotros, y viviréis…” (Ez37, 12-14)
Continuando con el Salmo, vemos
profetizada la figura de Jesucristo; “…esta es la puerta del Señor, los
vencedores entrarán por ella” .Efectivamente, Jesucristo es la puerta por
donde se entra a la Vida Eterna. Él mismo lo dice:” Yo Soy la puerta, si uno
entra por Mí, estará a salvo; entrará y saldrá…” (Jn 10,9).
Más adelante, ya terminando el
Salmo, aparece una frase que dice: “la piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular”. En arquitectura, la “piedra angular” es un
macizo de piedra firme que soporte en ángulo dos partes de un muro, de forma
que sostiene toda la base del edificio, de suerte que, si ésta cae, se derrumba
todo el edificio. ¿Necesitamos explicación? El ejemplo habla por sí solo. Jesús
es la Piedra Angular de nuestra fe, que se cimenta en la Palabra y la
Eucaristía, y que se alimenta de ellas y de los Sacramentos. Si esta Piedra la
obviamos, si no construye nuestra casa, nuestra alma, nuestra vida, todo el
edificio espiritual de nuestra vida se derrumbará.”
“Si el Señor no construye la
casa, en vano se cansan los albañiles, si Yahvé no vigila la ciudad, en vano
vigilan los centinelas” (Sal 126)
Construyamos, pues, nuestra casa,
sobre el cimiento de la PIEDRA ANGULAR Jesucristo, nuestro Dios, el Único
Dios que nos salva
Alabado sea Jesucristo
Tomas Cremades Moreno
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