Deduzco de lo que expresa el Génesis
que El universo real del creador es un universo de sonidos según reza este
libro: “Dijo Dios: Haya un firmamento… …e
hizo Dios el firmamento; dijo Dios: Haya luceros en el firmamento… ….y se hizo;
dijo Dios: Produzca la Tierra vegetación,… …y se produjo; dijo Dios: Produzca
la tierra animales vivientes… …y fueron creados”, etc. En definitiva todo
fue hecho por el Poder de la Palabra de Dios.
También el Evangelio de San Juan
comienza diciendo que en el principio era la Palabra y que ésta era en el
principio con Dios y que todas las cosas fueron hechas por ella.
En principio, no tenemos por qué
pensar que el Génesis y San Juan nos fueran a contar mentiras. No veo que
interés podrían tener en ello.
Lo sorprendente es que esta
descripción que puede sonar a cuento de hadas, cada vez toma más consistencia
con los últimos descubrimientos de la física de partículas (pido perdón a los
Físicos desde este mismo instante) y de la evidencia del Bosón de Higgs que
explica la existencia de la masa como la interacción de partículas sin masa y
un campo energético, al fin y al cabo, materia surgiendo de energía como la luz
o el sonido.
Partiendo de este punto, hay una
pregunta que me surge para usted, a saber: ¿Si llamamos realidad al universo
creado por la Palabra de Dios cómo llamaríamos al universo particular creado
por palabras y sonidos dentro de la mente humana?
Porque lo que a todas vistas es
incuestionable es que los hombres viven la mayor parte del tiempo en un
universo particular y paralelo que interpreta la realidad.
Este universo particular también es
un universo de sonidos, pero falsos, un universo paralelo, donde usted imagina
que suenan cosas que, en realidad, no suenan, pero que le impiden escuchar la
realidad, enmascarando ésta con sonidos inventados, normalmente de juicios y
opiniones, cancioncitas, conversaciones del pasado o del futuro, ruiditos, etc.
En definitiva, cualquier sonido es válido con tal de no escuchar la creación
del Padre.
Creo que cuando Jesús decía aquello
de “El que tenga oídos que oiga”,
seguramente no lo decía por decir, tal vez nos estaba invitando a dejar la
sordera voluntaria, ésa que usted también padece. Pero no para escuchar los
ruidos particulares repetitivos y aburridos de su cabeza que, en realidad, no
suenan sino en su imaginación, y que a nadie interesan (incluido usted mismo)
sino para escuchar el mundo creado por Dios, hecho por su Palabra, el único que
solo puede ser verdad.
De las palabras de la verdad reconozca
que sólo escucha un 10%, y de éste 10% recuerda otro 10%. Por tanto, realmente se
ha enterado de muy poco. Si, por la gracia, alguna vez se abrió su oído y oyó
la verdad por un instante, es cuando ésta llegó al corazón, conectó con su
verdadero ser y le hizo reconocer la verdad en lo que escuchó. Y digo
reconocer, porque la verdad ya está dentro de usted como hijo de Dios, sólo tiene
que dejar de empeñarse en taparla con ruido.
Si ha probado alguna vez a escuchar los
sonidos de la creación sin emitir juicios ni poner nombres a todo lo que ve,
experimentará que estos sonidos siempre alimentan y aportan energía. Sin
embargo, sus sonidos particulares de rechazo, juicio y demás ruidos, sólo le
restan energía, sólo fabrican límites a lo que usted es, creando elementos para
identificarse, es decir, buscarse en su propio pensamiento.
Cuando los santos y los sabios
invitan al hombre a venir al silencio no es huir del ruido del tráfico, ni del
río, ni del agua, ni de la voz de un hermano o de los gritos de un niño, sino de
su propia aburrida y nunca interesante conversación interior, de su mundo
particular, de su creación.
Los ruidos internos hay que
mantenerlos a cada instante como a cada instante es mantenida la creación. Esto
conlleva un gran trabajo y un gran esfuerzo agotador para usted que a la larga
terminará por enfermarle.
Usted se dará cuenta del silencio
cuando realmente empiece a oír y se dará cuenta que no había escuchado nunca o
muy pocas veces. Entonces experimentará un maravilloso descanso, una profunda
paz y alegría al escuchar la creación del Padre sin juicios, sin ruido interior.
Qué maravilla al darse cuenta que no es obligatorio vivir en el mundo de
temores y sonidos imaginarios que ha inventado.
Silencio por favor, y si tiene oídos
pues oiga,……………… vuelva usted al Paraíso.
J. J. Prieto Bonilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario