La nueva economía de la alegría
San Juan da mucho énfasis al
primer milagro que realizó Jesús, viendo en él un anuncio y síntesis de toda su
obra: comienza el tiempo de las bodas de Dios con la humanidad por medio de Jesús
y por intercesión de María su madre.
El matrimonio –hoy tan combatido
por movimientos materialistas- es «el arquetipo por excelencia del amor humano,
el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente
cuerpo y alma y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que
parece irresistible, en comparación del cual palidecen a primera vista los
demás tipos de amor» (Enc. Deus caritas
est 2). Dios lo ha elegido como
símbolo de su obra salvadora. Él es el esposo y la humanidad la esposa. Él se
entrega totalmente a la esposa para que tenga plenitud de vida, de felicidad y
de fecundidad. Todo el Antiguo Testamento fue un intento de realizar plenamente
esta unión entre Dios y su pueblo, pero nunca se pudo realizar debido a la
infidelidad de la esposa, siempre inclinada a seguir a los ídolos. Por eso Dios
la castiga y anuncia a la vez un tiempo en que se realizará plenamente el
matrimonio (1ª lectura). En este contexto tiene lugar el primer signo que
realiza Jesús.
El relato de san Juan no es un
relato-crónica psicológico, sino un relato con rasgos simbólicos de un hecho
que tuvo lugar. Jesús aparece como amigo de los hombres, compartiendo sus
alegrías; por eso asiste a la boda, con sus discípulos y su madre. La
celebración de la boda en aquella época se prolongaba durante varios días, en
que los invitados comían en la casa de los novios. Falta el vino, símbolo de
alegría. La madre de Jesús se lo comunica a su Hijo, sugiriéndole que
intervenga. La respuesta de Jesús hay que verla como rasgo teológico: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora,
(literalmente, mujer, qué [hay] entre
tú y yo), es decir, Jesús va actuar y traer vino de
forma independiente a toda influencia humana, porque la salvación es solo obra
de Dios (hay quien interpreta la respuesta de Jesús a su madre de forma
psicológica, encontrándola poco fina, pero este tipo de lectura está fuera de
lugar). En el momento de la petición todavía no ha llegado su hora, es decir,
el tiempo de su muerte y resurrección en que se hará efectivo todo lo que se va
a significar aquí y en que él hará partícipe a su madre en su obra salvadora.
Nos la dejará como madre (Jn
19,26-27). María entiende la respuesta en sentido positivo y en sintonía con su
Hijo manda a los sirvientes: Haced lo que
él os diga. Se llenan de agua seis tinajas de piedra, destinadas a la
purificación de los judíos, de unos cien
litros cada. Y el agua se convierte en un vino especial, como constata el
mayordomo. El agua significa todo el Antiguo Testamento, tiempo de
purificaciones con agua, el vino, en cambio, el Nuevo Testamento, tiempo de
alegría por las bodas definitivas de Dios con la humanidad. San Juan subraya
que este fue el primer signo
realizado por Jesús, que manifestó su gloria y que creció la fe de sus
discípulos. Signo es una realidad que lleva a otra. Aquí lleva a la realidad de
las bodas de Dios con la humanidad, tiempo de alegría, todo ello fruto de la gloria de Jesús, es decir, de que
comparte el poder salvador de Dios.
Este signo ofrece una síntesis
de la obra salvadora de Jesús, que es íntima unión amorosa, gozosa y fecunda entre Dios y los hombres,
entre Dios y su Iglesia. Esto implica que cada cristiano ha de vivir su
pertenencia a la Iglesia en una relación fiel y gozosa con el Padre por medio
de Jesucristo, una unión que debe ser fecunda, engendrando nuevos hermanos.
Como recuerda Pablo (2ª lectura), cada cristiano es un miembro de Cristo-Esposo
y, como tal, ha recibido una tarea concreta, dada libremente por el Espíritu
Santo al servicio de los demás.
Cada celebración de la
Eucaristía debe ser renovación gozosa de las bodas de Cristo con su Iglesia. En
ella debe ir creciendo la fe de los discípulos y perfeccionando su unión
amorosa y fecunda con el Padre por medio de Jesucristo.
Rvdo. D. Antonio Rodriguez Carmona
Muy interesante y reveladora la explicación de este apartado del Evangelio. Gracias!
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