hoy sigue siendo Jesús profeta-salvador
Jesús
comienza oficialmente su ministerio en la sinagoga del pueblo donde ha residido
hasta ese momento. Lo hace manifestando públicamente la experiencia espiritual
que tuvo inmediatamente después de su bautismo, cuando experimentó cómo el
Padre le ungía como mesías-profeta en la línea del Siervo de Yahvé. Aprovecha
para ello la posibilidad que ofrecía el culto sinagogal, eminentemente laico
(no es necesario ser sacerdote para intervenir). Leen y comentan la palabra de
Dios los voluntarios que se sientan capacitados para ello. Aquel día se lee Is
61,1-2, texto profético que anuncia la futura venida de un ungido especial,
profeta, enviado para evangelizar a los pobres, proclamar libertad a los
cautivos, recuperación de la vista a los ciegos, liberación a los oprimidos,
para proclamar un año de gracia del Señor. Jesús lee el texto y lo comenta ante
la expectación del auditorio. Fue un comentario breve y actualizante, modelo de
lo que debe ser una homilía: Hoy se ha
cumplido esta palabra que acabáis de oír.
“Hoy” es el comienzo de un día
que durará hasta el final de la Historia de la salvación. “Se ha cumplido”: con
esta afirmación Jesús sintetiza toda su obra, que comienza entonces. Se refiere
a su obra salvadora que va a llevar a cabo plenamente como profeta y salvador,
profeta que da la luz de Dios e ilumina a los ciegos, y salvador que libera de
todo tipo de esclavitud, comenzando por la esclavitud del pecado y de la
muerte, siguiendo por toda clase de esclavitudes sociales . Así comenzó el Año
Jubilar definitivo, que llega hasta nuestros días. Este mensaje en Nazaret fue
el comienzo de una tarea que culminó Jesús con su muerte y resurrección.
Es
importante renovar la conciencia de que Jesús, hoy, en este 3º domingo del tiempo ordinario, es el Viviente. No hablamos de un ilustre
difunto del pasado, sino del Señor
resucitado, profeta y salvador, que hoy a cada uno nos habla como profeta y
ofrece su salvación como salvador. Ahora por el bautismo hemos sido
incorporados a Cristo resucitado, formando parte de su cuerpo (2ª lectura).
Somos miembros de un Viviente y hemos de vivir de acuerdo con su vida del
Viviente, en concreto de acuerdo con las exigencias de unidad y servicio que
exige Cristo, cabeza del cuerpo. Como afirma Pablo, Vivo yo, no, es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).
Esto
es especialmente importante en el
contexto de la Eucaristía, en que el Señor resucitado se hace sacramentalmente
presente. Como afirma la exhortación postsinodal Verbum Domini, la liturgia es
el lugar privilegiado de la proclamación de la palabra de Dios, en que ejerce
su dinamismo en el sacramento. Por ello en ella hay que renovar el esfuerzo de
vivir el hoy de la obra salvadora. Ninguna homilía debe
descuidar este aspecto. Como servicio al pueblo de Dios, ha de esforzarse por
hacer ver que lo proclamado en la liturgia de la palabra, es ahora realidad en la liturgia sacrificial. En la liturgia de la
palabra no se recuerda sin más lo que Dios por Jesús hizo en el pasado, sino
que se anuncia lo que está haciendo ahora,
hoy, en que también se cumple. Jesús es el profeta-salvador
que en cada celebración habla a su comunidad
y le ofrece la salvación en su situación concreta.
Rvdo. Antonio Rodríguez Carmona
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