Señor,
¡estamos rodeados! Todo el día provocando y todo el día defendiéndonos.
Es un
trabajo extra en nuestro día a día. País de ataque a todo lo que huela a
Palabra; seres sin conciencia porque dicen no tener alma y por tanto, se
permiten el odio, la mofa, la mentira, la muerte al no nacido y al que se le
acaba la vida.
Si
escucharan el Evangelio (Lc17, 1 -6) donde están nombrados, “Más les
valdría ponerse una soga al cuello con una piedra y ahogarse en el mar”… ¡Pero qué malos son Señor!
¡Con
lo difícil que es ser tan malo! Me pregunto sin son gente de este planeta…
Y alguien me dijo: Son los “hijos” de los creadores de
mártires, de los del odio al Rosario, a la familia natural, a la castidad y al
orden… Se me escapa tanta sinrazón. La verdad es que cuando Dios no está en la
vida del hombre…
El
Evangelio Habla y condena las provocaciones. No, no se librará nadie del que
comete escándalo ante un inocente. ¡Ay! De aquel que por su causa, se pierdan
almas… Pero no seremos nosotros quien les juzgue pues ya existe un Juez que les
espera.
Recemos
por ellos todo lo que podamos y devolvamos amor por violencia, que nunca falte
el apoyo y la caridad de un católico.
Pero
por si quisieran arrastrarnos, digamos siempre a María: “Apártame de mis enemigos”…
Emma Díez Lobo
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