viernes, 16 de noviembre de 2018

¡Ay de aquel que provoque!!!




                                                                 
Señor, ¡estamos rodeados! Todo el día provocando y todo el día defendiéndonos. 

Es un trabajo extra en nuestro día a día. País de ataque a todo lo que huela a Palabra; seres sin conciencia porque dicen no tener alma y por tanto, se permiten el odio, la mofa, la mentira, la muerte al no nacido y al que se le acaba la vida.   

Si escucharan el Evangelio (Lc17, 1 -6) donde están nombrados, “Más les valdría ponerse una soga al cuello con una piedra y ahogarse en el mar”…  ¡Pero qué malos son Señor!   

¡Con lo difícil que es ser tan malo! Me pregunto sin son gente de este planeta…

 Y alguien  me dijo: Son los “hijos” de los creadores de mártires, de los del odio al Rosario, a la familia natural, a la castidad y al orden… Se me escapa tanta sinrazón. La verdad es que cuando Dios no está en la vida del hombre…   

El Evangelio Habla y condena las provocaciones. No, no se librará nadie del que comete escándalo ante un inocente. ¡Ay! De aquel que por su causa, se pierdan almas… Pero no seremos nosotros quien les juzgue pues ya existe un Juez que les espera.

Recemos por ellos todo lo que podamos y devolvamos amor por violencia, que nunca falte el apoyo y la caridad de un católico. 

Pero por si quisieran arrastrarnos, digamos siempre a María: “Apártame de mis enemigos”…  
        
 Emma Díez Lobo


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