domingo, 4 de noviembre de 2018

Terrible advertencia


                                                        


           
Fue a nosotros, los bautizados, a quien Dios se dirige sin escrúpulos: “Os convertís o pereceréis” (en Lc 13 1,9). No basta con creer que Jesús existió. El 90% “creyente” no ha entendido que si no pone en práctica el Evangelio, no se salvará por mucha misa que “escuche”… ¡Un golpe de los buenos!

Conversión es que “te entre” el Evangelio y actúes en consecuencia:

¿Devuelves bien por mal? Ni se te ocurre, a “ese que le parta un rayo”.

¿Compartes ganancias con el necesitado? No es tu problema (te compras otro “Audi” mejor).

¿Expandes el Evangelio? ¡Uy! eso es cosa de curas…  ¡Claro, si no sabes ni lo que dice!

¿Pides por aumentar tu diminuta fe? ¡Qué es eso!  

Y cientos de actitudes que no interesa conocer… Pues sin conversión ¡No esperes sino la muerte!, porque no hay estados intermedios, ni interpretaciones, ni inventos. Quien es realmente de Dios, lo sabe. La pena es que tú que aún vives, ahí vas, infravalorando su advertencia ¡Te da igual!, ojalá tengas tiempo suficiente y, aunque Dios te espera, no reparas en un “desenlace” imprevisto (adiós a la oportunidad, en Mt. 24, 42-51).  

Me descuadra la maldita ignorancia de “los inteligentes”, poniéndose a la altura de Dios. ¡Mírate!, y no verás más que venas que se destruirán; lo único incorruptible que tienes es el alma. Si supieras cuántas se salvan y cuántas se condenan… ¡Temblarías!

No es más pecador aquel al que ves morir por su maldad, que todos  nosotros “galileos” sin conversión (en Lc 13 1-9). No viviremos mucho tiempo ¡escúchaLe!, todo lo que dice SE CUMPLE.

 Emma Díez Lobo
  


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