La
celebración anual del misterio pascual nos lleva, de forma siempre nueva, al
testimonio del cuarto evangelista que declara cumplida la palabra profética de
Zacarías: mirarán al que traspasaron (Zac 12, 10). La lanzada del soldado abre
el costado de Jesucristo convirtiéndolo en manantial de vida. De la entrega
hasta la muerte nace la fuente que mana hasta la vida eterna. El que lo vio da
testimonio (Jn 19, 35) y en su testimonio está el camino para llegar hasta esta
fuente: mirar al que traspasaron.
Con la
mirada puesta en el costado abierto de Cristo crucificado, el evangelista san
Juan declara cumplidos en ese momento dos pasajes de la Escritura. El primero
evoca la primera alianza sellada con un cordero sin defecto, al que no le
quebrarán un hueso (Ex 12, 46). La nueva y definitiva alianza no se ha sellado
con la sangre de un animal, sino con la entrega del Hijo amado del Padre, el
verdadero Cordero que ha cargado sobre sí el pecado del mundo (cf. Jn 1, 29).
El segundo pasaje verifica en la mirada de la humanidad que el Salvador
esperado es el que, a los ojos del mundo, aparece derrotado: mirarán al que
traspasaron (Zac 12, 10). El mismo profeta anuncia que la única mirada digna al
Crucificado es aquella enjugada por las lágrimas, como las que se derraman ante
la muerte del hijo único: y llorarán como se llora al primogénito (Zac 12, 10).
Del
encuentro con Jesús resucitado nace una nueva forma de ver. Más allá de los
sentidos, el ejercicio de la fe permite reconocer. La fe nace del encuentro y
en el encuentro renace la visión. Con aquella crecida inteligencia que es fruto
de la acción del Espíritu Santo, miramos de forma renovada, con los ojos de la
fe, el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Al mostrarnos
sus llagas gloriosas, el Resucitado nos abre las puertas del Misterio y nos
invita a entrar por ellas para desvelarnos el secreto de su Corazón: el Amor
infinito de la Trinidad Santa habita en ese Corazón, humano como el nuestro. Y este
Corazón se ha dejado traspasar para que experimentemos cómo sus heridas nos han
curado (1 Pe 2, 24).
Al
celebrar el centenario de la consagración de España al Corazón de Jesús, desde
la joven diócesis de Getafe en la que se ubica el Cerro de los Ángeles, centro
geográfico de la península ibérica, invitamos a todos los fieles de nuestra
diócesis y de las demás diócesis españolas a mirar al que Traspasaron para
unirse con devoción profunda a la renovación de la consagración de España al
Corazón de Jesús. (sigue…)
+ Ginés
García Beltrán
Obispo de
Getafe
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