Muy probablemente esta
extraña palabra sea la primera vez que se oye entre los cristianos que vamos a
la celebración de la Eucaristía. Naturalmente que entre los que no van, es aún
más desconocida.
Digo esto, porque en la
Eucaristía, después de la Consagración, observamos que el Cuerpo de Cristo
presente en la Sagrada Forma, se parte en tres partes:
Dos son sensiblemente
iguales: una la toma el sacerdote y la otra, dividida en cuatro partes se
administran a los fieles.
Pero hay una pequeña
parte de ésta última, que se vuelve a echar al Cáliz. Este acto se llama
“inmixtión”, o mezcla o “conmixtión”.
¿Qué significado tiene?
En los primeros tiempos de la antigüedad, se pensaba que el alma de un ser
vivo, persona o animal, radicaba en la sangre; por eso cuando una persona se
desangraba, inmediatamente moría. Igual le pasaba a un animal. Y, por el
contrario, cuando la sangre volvía al cuerpo, por ejemplo, en una transfusión,
la persona volvía a revivir.
En la liturgia
cristiana, con la imposición de manos, en el momento solemne de la
Consagración, con la imposición de manos, que se denomina “epiklesis”, se
invoca al Espíritu Santo y es cuando se realiza el milagro de convertir el pan
y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. La unión de las especies
sacramentales aun separadas, en esta unión de pan y vino que ya no lo son, sino
Cuerpo y Alma de Cristo, forman una única Persona: la de Cristo vivo y
resucitado.
La parte que comulga el
sacerdote representa a la Iglesia militante, aludida por su Cuerpo existente en
la tierra. La parte que se da a los fieles representa al Cuerpo de Cristo
presente en los muertos, en los sepulcros.
Más tarde estas
explicaciones se aplicaron a las tres Iglesias: la celestial o triunfante de
los salvados que están viendo ya el Rostro de Dios, la Iglesia militante o
peregrinante, que somos los files que aún no hemos llegado a la Casa del Padre,
y la Iglesia purgante, de los que se encuentran en el Purgatorio esperando la
remisión total de sus pecados.
Santo Tomás de Aquino
comenta la explicación del Papa Sergio l indicando que el cuerpo del Señor
Jesús se manifiesta de tres formas:
La parte que se echa en
el Cáliz significa el Cuerpo de Cristo resucitado. Y con Él el de la Bienaventurada
Virgen María, y si hay algún santo en cuerpo y alma con ellos.
La parte que se come
representa a la Iglesia militante, los cristianos, que son asociados al
sacramente y triturados por el sufrimiento, de la misma forma que se tritura el
pan con los dientes.
En los tiempos de Sto.
Tomás de Aquino se reservaba una tercera parte hasta el final de la Misa,
significando el cuerpo de Cristo yacente en el sepulcro.
Esto último ya no se
realiza en la actualidad, pero es bueno la observación del simbolismo, que
algún poeta sagrado ha expresado como “la hostia mojada reservada a los felices
en el cielo; la hostia seca para los vivos y la reservada, para los muertos.
(Tomás Cremades)
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