Pero ¿qué es colaborar en
el proyecto de Dios?, ¿en qué hay que cambiar? La llamada de Jesús no se dirige
solo a los «pecadores» para que abandonen su conducta y se parezcan un poco más
a los que ya observan la ley de Dios. No es eso lo que le preocupa. Jesús se
dirige a todos, pues todos tienen que aprender a actuar de manera diferente. Su
objetivo no es que en Israel se viva una religión más fiel a Dios, sino que sus
seguidores introduzcan en el mundo una nueva dinámica: la que responde al
proyecto de Dios. Señalaré los puntos clave.
La
compasión ha de ser siempre el principio de actuación
Hay que introducir en el
mundo compasión hacia los que sufren: «Sed compasivos como es vuestro Padre».
Sobran las grandes palabras que hablan de justicia, igualdad o democracia. Sin
compasión hacia los últimos no son nada. Sin ayuda práctica a los desgraciados
de la tierra no hay progreso humano.
La
dignidad de los últimos ha de ser la primera meta
«Los últimos serán los
primeros». Hay que imprimir a la historia una nueva dirección. Hay que poner la
cultura, la economía, las democracias y las Iglesias mirando hacia los que no
pueden vivir de manera digna.
Hay que
impulsar un proceso de curación que libere a la humanidad de lo que la destruye
y degrada: «Id y curad»
Jesús no encontró un
lenguaje mejor. Lo decisivo es curar, aliviar el sufrimiento, sanear la vida,
construir una convivencia orientada hacia una vida más sana, digna y dichosa
para todos.
Esta es la herencia de
Jesús. Nunca en ninguna parte se construirá la vida tal como la quiere Dios, si
no es liberando a los últimos de su humillación y sufrimiento. Nunca será bendecida
por Dios ninguna religión, si no busca justicia para ellos.
Ed.
Buenas Noticias
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