Vienes a mi cada
Navidad y viene a mí tu Reino.
Viene en forma de luz y
calor.
Llegas y calmas la
angustia.
Querías morir por mí y
por eso, naciste para recorrer el camino como lo hacen los hombres desde
que llegan al mundo.
Te hiciste pequeño y
nos dijiste que tu lugar era ése escondido y pobre pero iluminado por tu
estrella, tu luz.
Allí comenzó tu
historia de amor con nosotros.
Te hiciste “yo” para
acompañar con tu Palabra mis pasos por la vida.
Y quisiste tener manos,
ojos, sonrisa para que, en las noches de angustia pudiera cerrar los ojos y ver
cómo me miras sonriendo,
cómo tomas mi mano y me
dices, “Caminemos”
Hoy te miro en
este portal y siento tu amor y tu compañía.
Ahora solamente queda
dejarte crecer y permitir que ocurra el milagro completo:
Que “Tú” te hagas “yo”
y que “yo” me convierta en “Tú”.
(Olga)
comunidadmariamadreapostoles.com
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