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PRIMERA LECTURA:
Lectura del libro del profeta Isaías 42,1-4: Tú
eres mi siervo en quien me complazco
SALMO RESPONSORIAL:
Salmo
28,1a.2, 3ac-4, 3b y 9b-10:El Señor bendice a su pueblo con la paz.
SEGUNDA LECTURA:
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
10,34-38: Cómo Dios le ungió con Espíritu Santo y poder
EVANGELIO:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
3,13-17: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
Hacer la voluntad del Padre
El relato del Evangelio contiene dos
partes, en la primera Jesús justifica porqué recibe un bautismo destinado a
pecadores, siendo él inocente, en la segunda el Padre nos presenta a su Hijo
como su Ungido, el Mesías, que va a realizar su misión en el modo del Siervo de
Yahvé. Las otras dos lecturas iluminan este relato: la primera recuerda el
primero de los cuatro poemas del Siervo de Yahvé, al que alude el Padre en sus
palabras, en la segunda san Pedro explica lo que significa el bautismo de
Jesús, el marco en que el Padre lo ungió como Mesías.
La actuación de Juan Bautista tuvo un
gran eco en el país, hasta el punto de que las autoridades enviaran una
delegación para indagar de qué se trataba. La noticia llegó también al pequeño
poblado de Nazaret, donde Jesús llevaba una vida oculta de ciudadano solidario
con sus vecinos, esperando que llegara el momento decidido por el Padre para
comenzar otro tipo de ministerio. En sus largos ratos de oración había llegado
a la conclusión de que Dios le pedía que anunciara su decisión de reinar de una
manera especial como Padre y que realizara esta tarea no de forma violenta ni
ostentosa sino en la humildad, solidaridad
y misericordia, como aparece en las cuatro profecías de Isaías en que anuncia
la actuación de un Siervo especial de Yahvé.
Él se identifica con este Siervo de Dios. Por eso decide ir a Juan para
recibir el bautismo de pecadores, no porque se sintiera pecador, sino como
gesto de solidaridad con los pecadores, pues el Siervo tiene que ser el cordero de Dios que echa sobre sí el pecado
del mundo. Con estos sentimientos se presenta ante Juan para ser bautizado.
El Bautista, iluminado por Dios, vislumbra la grandeza del que le pide el
bautismo y se niega, pero Jesús insiste porque es necesario que cumplamos todo lo que Dios quiere. Son las primeras palabras de Jesús según san
Mateo y resumen el programa de su vida. Cumplir
es llenar de contenido la voluntad de Dios consignada en las Escrituras, en
este caso, las Escrituras sobre el Siervo de Yahvé. Ante esta declaración, Juan
accedió. Una vez que se realizó este gesto de solidaridad con los pecadores,
tiene lugar una revelación especial de Dios Padre en que lo unge con el Espíritu Santo como Hijo,
íntimamente unido a él en calidad de Mesías que ejercerá como Siervo. En los
relatos paralelos de Marcos y Lucas, las palabras del Padre están es segunda
persona (Tú eres mi Hijo amado) y así
tuvieron lugar realmente, pero Mateo las ha puesto en tercera persona (Este es mi Hijo), haciendo que las
palabras estén dirigidas a los presentes, es decir, a nosotros que estamos
celebrando esta fiesta; ahora Dios Padre
nos presenta a Jesús como su Ungido, el Mesías Siervo de Yahvé, para que lo
acojamos y sigamos sus caminos de siervo de la voluntad del Padre y solidario
con los hombres.
Gracias a su obra de Siervo de Yahvé,
que culminó en su muerte y resurrección, Jesús ha creado un nuevo bautismo que
nos une a él y nos capacita para vivir como él.
Hoy se nos invita a agradecer la obra de
Jesús y el bautismo que hemos recibido, valorándolo y viviendo sus exigencias.
¿Quién recuerda el día de su bautismo? ¿Quién lo celebra como su “cumple” más
importante del año?
Cuando entramos en el templo y tomamos
agua bendita, nos santiguamos y recordamos nuestra consagración al Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Es una forma breve de renovar nuestro compromiso
bautismal de vivir cristianamente. Pero donde renovamos de una manera especial
nuestra consagración es en la celebración de la Eucaristía. Ahora el Espíritu
nos une de modo especial a Jesús y por él al Padre. Es momento privilegiado de
agradecer la obra de Jesús y pedir fuerza para seguirle.
Dr. Antonio
Rodríguez Carmona
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