Entramos en el
corazón de un fiel israelita que a pesar de sentir zarandeada su creencia en
Dios, por la maldad y mentira que le rodean, se mantiene firme en la fe. Oímos
su testimonio: "Tengo fe a pesar de que en mi consternación llegue a decir:
todo hombre es mentiroso".
Este israelita no
se considera perfecto, pero le duele el alma que su pueblo, elegido por Dios, desprecia
la Sabiduría, recibida de El en su elección, para marcar la diferencia entre el
bien y el mal, la verdad y la mentira. Nuestro amigo sufre indeciblemente ante
el desinterés de su pueblo por servir seriamente a Dios.
Isaías consciente
también de esta realidad, denuncia en nombre de Dios al pueblo en términos
fortísimos: " Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien; los que
tienen tinieblas por luz y luz por tinieblas " (Is 5,20)
Más fuerte es la
denuncia de Jesús al decir a unos fariseos que son hijos de Satanás; el
mentiroso y padre de la mentira (Jn 8,44) Esta es la realidad que estaba
viviendo el salmista; un hombre verdaderamente fiel, pues a
pesar de vivir a contracorriente, mantuvo su fe, su fidelidad a
Dios.
(Seguimos el miércoles)
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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