Seguimos con el Salmista quien, abriéndonos su corazón, nos confesó que, dada la nulidad de los dioses extraños, había puesto su vida en las manos del Dios Vivo. Nos susurra que Él le instruye internamente, incluso en la noche, partiéndole sus palabras y dándole a beber el Espíritu y la Vida que habita en ellas como nos dice Jesús (Jn 6,63b).
Lucas nos dice que Jesús, al resucitar, abrió la mente de sus discípulos para que pudiesen entender las Escrituras (Lc 24,45).
Por su padre Pablo dice: " Nosotros tenemos la mente de Jesucristo." (1 Co 2,16b) Siguiendo con las confidencias del salmista, nos hace saber que Dios está a su derecha, junto a él, y por eso no vacilara ante las pruebas.
P. Antonio Pavía
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