Son frecuentes en la Escritura los pasajes que nos
hablan de los bienes de Dios, que fluyen hacia nosotros por medio
de sus Palabras de Vida (Jn 1, 1...) Bienes por los que somos Templos de Dios (1
Co 3,16).
El Evangelio de
hoy nos dice que un propietario (Dios) concedió sus bienes a sus siervos, se fio
de ellos, para que los negociasen y se marchó. Un breve comentario
sobre el que recibió un talento, imagen de los bienes de Dios. Este, con sus
rezos y cumplimientos ya está satisfecho, no quiere problemas con el Evangelio
de Jesús.
Por su parte, los que negocian con los talentos-
bienes recibidos, son los que escuchan la Palabra a los pies de Jesús, no con
la intención de "sabérsela" sino con el deseo de obedecer a Dios que
les habla, que les da sus bienes. Así escuchaba María la hermana de Marta, a
Jesús. (Lc 10,38...).
El que así escucha a Jesús, ciertamente es consciente
de su debilidad, pero acoge amorosamente el Evangelio para recibir la Fuerza de
Dios contenida en sus palabras (Rm 1,16) Conforme escuchan, día tras día a Jesús, que les "parte la Palabra", su alma va creciendo y son
testigos de su cambio; testigos de que "para Dios no hay nada imposible. (Lc
1, 37) Por eso... ¡también tú puedes llegar a ser!: Discípulo Amado de Jesús!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario