El Salmo 51 nos revela nítidamente
lo que es un corazón quebrantado y arrepentido ante Dios. En él vemos a David
descargando en las manos misericordiosas de Dios, los pecados que más le duelen
y humillan: su adulterio y posterior asesinato del marido de su amante (2 Sam
11.1-17).
El arrepentimiento sincero de David, arrancó a
Dios un torrente de Ternura desde sus entrañas. ¿Por qué?,
Veámoslo: David no esgrimió ninguna
excusa ni atenuante ante sus pecados, antes bien, suplicó así a Dios: “Lávame a
fondo de mi culpa, purifícame de mi pecado, reconozco mi delito " David
sabe que las entrañas de Dios, están entrelazadas con las fibras de su
misericordia. Porque lo sabe y lo cree, tiene la audacia para implorarle: ¡Lávame,
quedaré más blanco que la nieve! Sabe que es un pecador repugnante. Él se ve
así...Dios le ve como hijo suyo, que desea cruzar el abismo que les separa.
Quiere pasar, de la carga insoportable
de su culpa, hacia los brazos paternos y maternos de Dios. Busca en Él su
perdón, que no es un simple trámite sino la rehabilitación como hijo suyo.
Lávame, seré más blanco que la nieve…Esto, ¿tiene que ver con nosotros?
Lo veremos el miércoles.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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