San Pablo conoce a fondo el desgaste
físico y anímico que supone ser testigo de Jesús, anunciar su Evangelio en un
mundo que como profetizó, odiaría a sus discípulos, lo mismo que le odiaron a
Él. (J15,18-20). Nuestro amigo sabía muy bien lo que le esperaba al ponerse al
lado de Jesús.
Conocemos algo de sus sufrimientos por sus cartas,
y puestos a escoger alguna de sus penalidades, me inclino por el testimonio que
nos brinda en su segunda carta a Timoteo, su compañero de misión, a quien anima
a no avergonzarse de los padecimientos y desprecios que caen sobre él a causa
de, como he señalado, ser y vivir cono discípulo de Jesús.
Le escuchamos:
"No te avergüences del
testimonio de nuestro Señor, ni de mí su prisionero, antes bien, comparte
conmigo mis sufrimientos a causa del Evangelio. (2Tm 1, 8...). Entendamos bien;
Pablo no está ensalzando el sufrimiento en si, como hacían los que seguían la
corriente filosófica del estoicismo.
La mirada que el Apóstol quiere...compartir con
Timoteo, es por encima de todo celeste. Podemos decir que Jesús le había
enseñado a descansar en Él, que en su día dijo: "Venid a mí los que estáis
fatigados, agobiados... encontraréis descanso para vuestras almas. (Mt 11,28-30)
Con estas palabras Jesús nos dijo a todos: Descansad en mí, como yo descanso en
mi Padre; en las verdes praderas que son sus Palabras (Sl 23,1...)
Seguimos el miércoles
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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