lunes, 28 de marzo de 2016

Las 3 de la tarde

                                                                               
               
Hoy se nublaron los cielos en Madrid, eran las 3 de la tarde cuando llegaba a mi casa después de hacer las 7 visitas de Viernes Santo. Sí, pensé, es la hora de mi Vida eterna. ¡Por Dios Jesús!, no dejes que me lleven después de tanta tortura por mi causa…  

Tú, me has liberado, me has perdonado todo absolutamente, hasta las penas del Purgatorio con esa Puerta Santa Misericordiosa. Si fuera por mí, llevaría un cojín y me sentaría debajo del dintel de la puerta hasta noviembre; sin hablar, sin comer, sin oportunidad de pecar y todo el día rezando por mis hermanos ¡Claro! confesando, Comulgando y ¡hala! otra vez a la Puerta a pedir por los que han muerto en Ti, para que salgan del sufrimiento.

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Ya no es Viernes sino Domingo de Resurrección y por fin tienes el cuerpo sin laceraciones, sin el pómulo hinchado y sin la marca de la lanza ni los clavos ¡Qué bestias, qué gordos eran! 

Soy feliz de verte Resucitado, pero casi siempre te escenifican con imágenes en la Cruz y no hay manera de descrucificarte, no es que lo intente con unos alicates delante de todo el mundo… Sino porque no hay modo de frenar nuestras ofensas ¡Jesús!

Menos mal que hiciste una alianza con el hombre, menos mal, porque si no, era para mandarnos a “freír monas”… ¡Cuánta clemencia!
 
En el día de hoy, son tantos Santos los que están contigo, que no sé a quién pedir que ore por mí para no ofenderte y ahora, hasta mis padres terrenales por los que he pasado la Puerta Santa. Cada vez son más y me armo tal lío que voy y se me olvidan, sólo os lo pido a Ti y a tu Madre, pero recuérdamelos para que te quiten trabajo.
     
Hasta la próxima Semana Santa, Jesús. Feliz Pascua desde la tierra y gracias por seguir bendiciéndonos con tu Resurrección, Comunión de los Santos… Con todo.

     Emma Díez Lobo


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