sábado, 6 de mayo de 2017

IV Domingo de Pascua



El Buen Pastor

La palabra de Dios invita a aproximarnos a lo que significa la obra de Jesús con la comparación del Buen Pastor. El simil procede de un mundo cultural rural, agrícola y ganadero, que para muchos de los actuales oyentes, inmersos en una cultura urbana, ha perdido su viveza natural y se ha convertido en un concepto vago. Pertenece a un mundo en que cada familia solía tener un poco de ganado, pero no el suficiente como para tener un pastor propio que los sacara cada día a pastar. Por eso se solía encomendar a pastores profesionales que se dedicaban a ello y, naturalmente, se procuraba buscar uno bueno, digno de confianza porque trataría el ganado de la mejor manera posible.
 
La alegoría del Buen Pastor supone que todas las ovejas pertenecen al Padre y que éste ha encomendado el cuidado de todas a un pastor de su confianza, Jesús, que por tanto es el que entra legítimamente en el redil (1).  Es más él mismo es la puerta del redil (2). En su pastoreo conoce por su nombre a todas las ovejas (3), va delante de ellas (4), busca en todo su bien (5) y por ello, las ovejas, que tienen intuición instintiva lo siguen (5)En su contexto literario esta alegoría tiene carácter polémico, pues contrapone dos posturas ante el hombre, la de Jesús y la de los fariseos.

       Jesús entra legitimamente en el redil porque es el enviado del Padre y sólo actúa de acuerdo con su voluntad, que consiste en que dé vida abundante. Para eso murió y resucitó. Sólo el que busca el bien de la persona está legitimado ante Dios para ponerse al frente de un grupo humano.

      Es más. Por eso Jesús es la puerta que permite entrar y formar parte del pueblo de Dios. No hay salvación fuera de él. Cuando la humanidad perdió la posibilidad de acercarse a Dios por medio del único camino posible, que es el del amor puro, el Hijo de Dios se hizo hombre, solidario y representante de todos, y en nombre de todos recorrió el camino del amor que acerca a Dios, tarea que culminó en su muerte y resurrección. En Cristo resucitado todos tenemos acceso al Padre. Él es el camino, la verdad y la vida. Nadie puede ir al Padre sin él (Jn 14,6). Por eso Jesús no es mero maestro de moral. Es necesario unirse a él para poder entrar, porque él es la puerta.

Como pastor verdaderamente interesado por las personas las conoce por su nombre,  es decir, con un conocimiento íntimo y real, sintonizando con su situación y necesidades reales, no con un conocimiento frío o indiferente sino con un conocer que es amar. Como el Padre lo conoce a él y él al Padre, así nos conoce y quiere que le correspondamos conociéndolo de igual manera. Conocer a Jesús implica amarlo y seguirlo.

        Va delante de ellas, pues ya ha recorrido el camino que ahora debemos recorrer, actualizando en nuestra vida la suya, actuando como buenos pastores en cada faceta de nuestra vida familiar y profesional.  El seguimiento e imitación de Cristo es básico en la vida cristiana.

 Yo he venido para que tengan vida y vida abundante, hasta el punto de que dio su vida por nosotros, en contraposición a tantos que solo buscan aprovecharse del hombre, robando, matando, destruyendo, porque no les interesa el bien de las personas.


Rvdo. don Antonio Rodríguez Carmona

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