domingo, 19 de noviembre de 2017

Miedo a morir

     



Es tan natural como corriente desde los principios. Pero qué “extraño y raro” de aceptar para los que vivimos. Sí, el miedo a la muerte es real. No es una anestesia, no un coma, no un dormir profundo, es marchar hacia Dios, ¡DIOS!!! 

Tremendo, brutal, bestial, no sé cómo calificarlo. Es lo peor y lo mejor, pero de lo que nadie quiere hablar.

A Dios le doy gracias por vivir un día más, pero también he de pedir por no asustarme de mi muerte. ¿Dolor?, ¿pena?, ¿angustia?, ¿ansiedad?, ¿agonía?, ¿terror?, pues sí, todo eso junto es morir y sin embargo hasta un niño lo sufre, miles de seres  cada día… ¡Eva, nos hiciste la pascua, querida!!!

¡Dios mío! Revélame tranquilidad, que mis hijos no sufran, que el día que me vaya se dibuje en mí rostro una sonrisa que pueda decir al mundo que tengo ganas de verte.

-¡Espera, espera, espera, no es como tú lo piensas, en absoluto! Lo que duele es la enfermedad, y vivir en esas circunstancias, es la pena; la ansiedad y la angustia son mucho antes del tránsito, porque después hasta el terror desaparece convirtiéndose en una  paz misteriosa. Reconoces que tu mundo es otro y entonces, te  apartas con vida de tu “piel” y ya no quieres volver, todo es extraordinario, único. El alma ni se duerme ni pierde el sentido.

-Desde “de dónde vengo” te cubriremos con mucho más amor del que tú nos ofreciste, pues todo se multiplica “70 veces 7”…  

 ¡Ufff, genial Dios, me quedo mucho más tranquila!!!  


Emma Diez Lobo

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