Hoy me pinchan los cardos; hay tormentas y me asustan; tengo dolor y no puedo moverme; veo sufrimiento por las guerras y me estremezco. Sí, la vida también es así, pero…
No culpemos a Dios.
Semejantes a Él en libertad, tuvimos la libre elección:
Si
Eva hubiera hecho caso… (¡Caray con la señora ya podía haber pensado en otro árbol!);
y ¿Qué me decís de Adán? Otro, que si hubiera sido fiel a Dios… (¡Alucinado con
la señora ya podía haber mirado para otro lado!). Ni la muerte hubiera existido ni el
cielo se hubiera cerrado.
Entonces Dios se apiadó del mundo y dijo:
- “Voy a enviar a mi
Hijo a ver si arreglo este terrible estropicio que han montado”.
Sin dudarlo, lo hizo. Abrió el cielo de nuevo y… ¿Qué pasó?
Que teniendo una 2ª oportunidad
(con la diferencia de la muerte y el dolor de la vida), no hemos sido
conscientes del sagrado envío del Hijo, es más, nuestro comportamiento ha sido
peor ¡Le hemos matado y seguimos matando!
¡El colmo! Viene a
darnos un “salva conducto” y, ¡hala! a la Cruz porque dice y hace cosas Divinas.
El ser humano y su libertad parecen no conjugarse: Poquito bien y con risas y a
manos llenas, el mal.
Bueno, pues a pesar de todo
ahí está Él, dale que dale insistiendo en la bondad del alma, poniéndonos un nuevo
Edén llamado Evangelio o “Jhesua’s Eden” exclusivo para cada
uno de nosotros y ¿por qué?, porque quiere tenernos a toda costa a su lado.
Por favor, no comamos “frutas prohibidas”, no estropeemos la última
ocasión de VIVIR CON ÉL, pensadlo. El día que venga, separará las ovejas de las
cabras (lo dijo y lo cumplirá), pero será tarde para quien “comiéndolas” no las “vomite”.
Esta es la Gracia y el privilegio que tenemos nosotros y no tuvieron
ellos…
¡Ufff, cuántas veces he
hecho “el cabra”, Señor! Gracias por este 2º Edén de infinito perdón y, te pido
me conviertas en una OVEJA genial, de esas que tienen mucha lana y siguen al Pastor que las protegió, protege y
protegerá con su Vida… Jesús.
Emma Díez Lobo
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