- Dime Dios ¿Qué tal estas?
No, no me digas nada… ¡Fatal!!!
-
Dime
Dios ¿En qué piensas?
No, no me lo digas… ¡Me
conozco, me conozco…!!!
- Dime Dios ¿Qué haces?
¡Ya!, tampoco me digas
nada… “Arrebuscando” discípulos ¡seguro!
- Dime Dios ¿Qué
quieres?
Lo sé, no me digas
nada… ¡A ver si las neuronas nos funcionan de una vez!
- Dime Dios ¿Y tus
anhelos?
Lo sé, lo sé… ¡Yo Creo
en tu Hijo!!!
- Dime Dios ¿Cuándo vas
a venir?
A esto ni me contestes…
Me parece que ya te lo estás pensando y me da “yuyu”. ¡Danos más tiempo “porfa”!!!
- Dime Dios ¿Dónde
estás ahora?
¡Calla calla!... Que te
siento aunque no vea tu mano sobre mí.
Pues ¿Sabes qué? Que no
sé para qué te pregunto si todos los que te seguimos pensamos lo mismo gracias
a la razón, la libertad y el corazón que nos instalaste. Lo que sucede es que ¡No
tenemos mucho arreglo, Señor!
Necesitamos que nos machaquen las cosas una y
otra vez, miles de veces.
Ya veo lo que hace LA SAGRADA
LIBERTAD para poder estar contigo eternamente, sin ella, sería imposible ni tendría sentido haber nacido.
No dejes de
bombardearnos ¿eh?, y gracias por todo de verdad.
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