domingo, 20 de septiembre de 2015

La espiritualidad une y fortalece a la familia




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Todavía existen familias, padres e hijos, que unidos rezan la oración litúrgica de Laudes. 
Todavía se ven en alguna que otra iglesia a padres e hijos participar en la Misa dominical. 
Todavía, algunas comunidades familiares, leen, meditan y comparten criterios de la Palabra de Dios. 
Todavía, la espiritualidad familiar une y fortalece el amor entre todos.

No es de extrañar que tales familias experimenten el amor mutuo y los vínculos de paz entre las dos generaciones. ¿Razón? Quienes simultáneamente se unen-tratan al Dios de la Paz-Amor, reciben gracia, paz y amor. Si juntos, los unos y los otros, piden amor y la paz; si la base triangular, (los miembros de familia), se unen con el vértice, Dios, la fe nos dice que Él responde con generosidad a todos y cada uno de los que le invocan. Y así, la familia que reza unida no solamente permanece unida sino que fortalece la espiritualidad de todos. Y encuentra el camino hacia la felicidad y la perfección.

Espiritualidad cristiana 
En sentido amplio, por espiritualidad se entiende el camino hacia el interior. La interioridad es denominador común de toda espiritualidad, pues el hombre se entiende a sí mismo como espíritu y se define como espíritu. La espiritualidad incluye la relación con lo trascendente, con el Misterio sin excluir el camino hacia los otros, hacia la actuación en el mundo. La apertura del yo al tú surge de la noción de persona cuyo centro es esencialmente relación, comunión y diálogo.

Para un cristiano, la espiritualidad es la respuesta de quien vive bajo la acción del Espíritu y se esfuerza en integrar toda su persona desde la fe, la esperanza y el amor. Será también el modo de estructurar la vida cristiana con sus objetivos, exigencias, motivaciones, obstáculos y medios.

Lo que pide una espiritualidad compartida
En primer lugar, no se concibe una vida comunitaria donde los miembros no se respetan ni ama. Menos se entiende una vida familiar cristiana que no comparte la fe. Y en este sentido, se puede afirmar que existe auténtica familia en la medida en que se comparten las alegrías, la realización personal, las preocupaciones, las esperanzas y la fe.

Muchos cristianos opinan que la vida espiritual es algo “muy íntimo”, reservado para la propia persona. Sin embargo no falta quien confiesa que una espiritualidad compartida en casa dio mayor consistencia a su familia. ¿Es fácil o difícil compartir la vida espiritual?

Criterios. No se reduce la espiritualidad compartida a la vivencia del amor como sentimiento, o a la vivencia conjunta de alguna que otra virtud humana como el servicio, la fraternidad, fidelidad, respeto, responsabilidad, etc. Ni se limita a recitar ocasionalmente alguna oración o rito sagrado. Es más bien la vivencia conjunta de padres e hijos de la misma fe con sus expresiones de piedad, liturgia y compromiso apostólico. Es decir, que se trata del grupo-familiar convertido en una comunidad cristiana dinámica.

Como ideal, la espiritualidad compartida está presente en la familia que reza unida, lee y reflexiona sobre la Palabra de Dios. Comunidad donde todos participan juntos en la Misa y en otros sacramentos, se reúnen para revisar la respuesta de su fe y para reflexionar sobre los acontecimientos familiares a la luz de la fe, de la vocación cristiana. Es la comunidad familiar donde sus miembros se corrigen y animan para seguir testimoniando el compromiso de Cristo y para alcanzar la santidad. En una espiritualidad compartida entra como factor importante la colaboración en obras de caridad o de evangelización.

Los fundamentos de la espiritualidad familiar. 
Ante todo, están los “cimientos” que sustentan la vida espiritual personal de cada cristiano. Pero la espiritualidad añade el matiz “comunitario-familiar” que proviene de su condición de “pequeña iglesia doméstica” alimentada por el sacramento del matrimonio. Como fundamentos:
*  La familia es parte del Pueblo sacerdotal...
*  Todos llamados a santificarse en la vida familiar
* La familia se alimenta del sacramento del matrimonio. Las gracias del matrimonio-sacramento influyen en toda la vida familiar para santificar las relaciones interpersonales, para ayudar a superar los múltiples problemas de la convivencia, paternidad responsable, castidad conyugal, educación y testimonio apostólico.

La familia como una comunidad de amor. Es el ámbito apropiado para que sea realidad el amor fiel a la alianza bautismal: el amor fecundo que ayuda a la realización de los otros; el amor de cruz que libera al otro con el sacrificio personal; el amor de resurrección al superar con la gracia y la esperanza las tribulaciones de la vida; el amor de signo al manifestar a todos la caridad de Dios-Familia-Amor.

Dificultades para compartir la espiritualidad 
Muchísimas, pues hay que superar los obstáculos graves contra la convivencia y el testimonio de la fe. Y actualizar las gracias del sacramento del matrimonio.

Por ello, es muy comprensible el escaso porcentaje de familias cristianas que compartan su fe y su piedad. A lo sumo, alguno de sus miembros vive particularmente la espiritualidad cristiana. Pero que todos compartan resulta más difícil todavía cuando no existe el mínimo de práctica religiosa.
Falta una educación comunitaria de la fe. De hecho cada uno “se las entiende” particularmente con Dios. No existe confianza para compartir algo tan íntimo como es la fe o las manifestaciones de la piedad.

Falta la espiritualidad particular. Quien descuida la expresión de su fe o no la vive...mucho menos podrá compartirla con otros. A lo sumo se contenta con alguna que otra manifestación de devoción individual.

Y existen otras dificultades. Como son: la falta de tiempo adecuado para reunirse con tranquilidad; la mentalidad, porque los hijos no comparten las ideas y costumbres religiosas de sus padres; los choques y conflictos que enfrían la confianza y alejan a las personas; los malos testimonios que “restan” autoridad; las tensiones, peleas y hasta odios que convierten la comunidad de amor en pequeñas islas aisladas; -los criterios y prejuicios sobre la fe compartida (le parece una hipocresía). Falta de autoridad de los padres al no dar el testimonio que convenza a los hijos...

Manifestaciones.
La oración, la Misa y la Liturgia de las horas. Manifiesta la espiritualidad cualquier actividad del espíritu desarrollada en la comunidad familiar como son las conversaciones sobre la ayuda a la familia.
Orar juntos. “La familia que reza unida permanece unida”. Se pueden aprovechar circunstancias familiares que motiven la petición, la gratitud, la alabanza... O simplemente basta con invocar la presencia de Dios con las oraciones espontáneas o tradiciones, piadosas o litúrgicas como el rezo en familia del rosario, la bendición de la mesa, el rezo de alguna parte de la Liturgia de las Horas, de algún salmo…

Sugerencias para fomentar la espiritualidad en familia 

La oración y especialmente la participación de todos juntos en la Misa.
La revisión de la vida familiar a la luz de la fe. ¿Qué nos dice el Señor a nuestros problemas? ¿Cuál es su voluntad sobre el camino a seguir? ¿Cómo pueden mejorar nuestras relaciones personales?

La celebración en familia de los acontecimientos litúrgicos. Es toda la familia quien expresa su fe y su amor en los tiempos litúrgicos (por ejemplo en Navidad o en Semana Santa).

El diálogo sobre la fe y el compromiso. En la familia se deben comentar con interés los acontecimientos que afectan a la vida del mundo y de la Iglesia.
La ayuda mutua para madurar en la fe. Son los padres los primeros educadores de la fe de sus hijos. Pero son también los hijos quienes pueden actualizar muchos criterios y actitudes religiosas de sus padres.
La reconciliación conyugal y familiar. ¿Se rompió la paz y la caridad? Urge la reconciliación motivada por la fe, centrada en el diálogo y finalizada con la penitencia sacramental.

La vivencia de la piedad popular. En el hogar o fuera de él, pueden compartir los miembros de familia devociones populares que sean típicas y que ayuden a expresar la fe y el amor a Dios, a la Virgen, a los santos. Muchos miembros de familia participan juntos en Cofradías con sus actos religiosos.

La espiritualidad, difícil pero necesaria para llegar a la perfección y la felicidad.


Ser y Vivir hoy
Periodista Digital
Urbano Sánchez García


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