viernes, 11 de septiembre de 2015

¡Padre!!!



Él gritaba reclamando ayuda pero no oía a Dios… Y entonces escribí:

- ¡Padreeeeeeeee!!! No te veo…

- Yo a ti sí

- ¡Padre!!! ¿Me escuchas?

- Siempre lo he hecho

- ¡Padre!!! ¿De verdad estás conmigo?

- Te hice para Mí

- ¡Padre, a pesar de lo que dicen, ni te veo, ni te escucho, ni te siento a mi lado!

- ¿Qué ni me ves ni me escuchas?

¡Padreeeeeeeeeee!!!

- Me vas a romper el tímpano, ve a la Iglesia, estoy en el Santísimo donde hay una vela roja encendida; escúchame en boca de mis consagrados, no hago más que hablar y me entrego a ti en Cuerpo y Sangre si tú quisieras…  

- Sigo sin escuchar nada ¡Qué fatalidad!!!

- ¿Pero quieres ir donde te digo?

- Hoy voy a meterme en una Iglesia, tengo necesidad de estar en silencio y además ¿Qué voy a perder?    

- Ahí te quiero ver yo… Te daré paz, te perdonaré, me oirás y te daré mi real Cuerpo. Es mi milagro para ti.

- Al fin fui. Estuve tranquilo y tuve ganas de hablar con un sacerdote… Me confesé sin saberlo y sentí tranquilidad; escuché su Palabra y dijo cosas para mi vida; por último Comulgué y… ¡Dios mío, tuve paz dentro de mí!

Debía dedicar unas palabras a la soledad y tristeza del hombre. Por favor intentadlo y veréis que no miento y si queréis seguid escuchándole en vuestra intimidad, leedle y orad con Él. Poco a poco el milagro de la fe te acompañará.

Ponte en sus manos, déjate caer en Él y sigue tu vida sin amargura. Vive el hoy con Él y no tengas prisa, te prometo que Le sentirás porque siempre contesta.

 ¡Pero no pierdas un minuto, no Le hagas esperar!   

  
Emma Díez Lobo

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