Él gritaba reclamando
ayuda pero no oía a Dios… Y entonces escribí:
- ¡Padreeeeeeeee!!! No
te veo…
- Yo a ti sí
- ¡Padre!!! ¿Me
escuchas?
- Siempre lo he hecho
- ¡Padre!!! ¿De verdad
estás conmigo?
- Te hice para Mí
- ¡Padre, a pesar de lo
que dicen, ni te veo, ni te escucho, ni te siento a mi lado!
- ¿Qué ni me ves ni me
escuchas?
¡Padreeeeeeeeeee!!!
- Me vas a romper el
tímpano, ve a la Iglesia, estoy en el Santísimo donde hay una vela roja
encendida; escúchame en boca de mis consagrados, no hago más que hablar y me entrego
a ti en Cuerpo y Sangre si tú quisieras…
- Sigo sin escuchar
nada ¡Qué fatalidad!!!
- ¿Pero quieres ir
donde te digo?
- Hoy voy a meterme en
una Iglesia, tengo necesidad de estar en silencio y además ¿Qué voy a perder?
- Ahí te quiero ver yo…
Te daré paz, te perdonaré, me oirás y te daré mi real Cuerpo. Es mi milagro
para ti.
- Al fin fui. Estuve
tranquilo y tuve ganas de hablar con un sacerdote… Me confesé sin saberlo y sentí
tranquilidad; escuché su Palabra y dijo cosas para mi vida; por último Comulgué
y… ¡Dios mío, tuve paz dentro de mí!
Debía
dedicar unas palabras a la soledad y tristeza del hombre. Por favor intentadlo
y veréis que no miento y si queréis seguid escuchándole en vuestra intimidad,
leedle y orad con Él. Poco a poco el milagro de la fe te acompañará.
Ponte
en sus manos, déjate caer en Él y sigue tu vida sin amargura. Vive el hoy con
Él y no tengas prisa, te prometo que Le sentirás porque siempre contesta.
¡Pero
no pierdas un minuto, no Le hagas esperar!
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