Con frecuencia, Señor, tus seguidores, los cristianos,
nos complicamos la vida buscando cosas extraordinarias, tareas sublimes, a
veces hasta por encima de nuestras posibilidades, para intentar agradarte,
porque creemos que debemos estar por encima de nuestras facultades, conseguir
acciones sobrehumanas para alcanzar la santidad, que es a lo que aspira nuestra
alma. Todo esto está muy bien, pero corremos el peligro de caer en la desesperanza
o incluso en la desesperación a causa de no alcanzar las grandes y altas metas.
Deberíamos fijarnos en lo escrito por Lucas 16,10 para
encontrar la pauta de nuestro obrar: “El
que es fiel en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es
honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado”. Aquí tenemos
nuestra guía.
Fidelidad y honradez son las dos virtudes o cualidades
humanas que nos recomiendas en tus palabras. En aquellas pretendes que nos
fijemos o, mejor, que las practiquemos, pero las aconsejas en lo menudo, en las
cosas pequeñas, sin grandes alharacas, sin estridencias, como no queriendo
llamar la atención; así eres Tú y aconsejas que seamos nosotros: actuar en lo poco
para conseguir lo mucho.
Esta es la sencilla interpretación que saco del
mensaje: actuar en el quehacer diario, ganarnos en nuestras relaciones con los
demás el calificativo de fiel y honrado porque en realidad lo somos; que nadie nos
tenga que mirar con desconfianza o tenga que prevenir a los demás en contra
nuestra por cualquier razón o en cualquier circunstancia; que a ojos cerrados nos
confíen cualquier encargo, trabajo o misión porque tienen la certeza de que no
les fallaremos, de que no diremos una cosa y después actuaremos de otra, según
conveniencia; que por encima de que nos venga bien o nos perjudique siempre procedamos
con honestidad; que caminemos por la vida no de cara a quedar bien, sino de obrar
bien y con justicia.
Creo que, una vez alcanzadas estas virtudes de orden
humano, tendremos la base para poder pasar a otros objetivos más espirituales.
Tú, Señor, quisiste que tus elegidos fuesen seres humanos de cualidades
sencillas y que se comportaran como tales; solo después de pulirlos en este
orden humano le encomendaste otros destinos más elevados. Creo que el
cristianismo y lo espiritual están sustentados en una buena base humana.
Pedro José Martínez Caparrós
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