Señor, en la elección de tus primeros
apóstoles solo les pones una condición: “Venid
y seguidme”.
Estas palabras me indican que lo único
que nos pides a los cristianos es disponibilidad. No nos haces una entrevista,
no nos pides un curriculum, no nos pides unos avales, nada en absoluto, solo
dedicación plena. Quieres que te acompañemos, que nos olvidemos del resto de
las personas y cosas que nos han acompañado hasta ese momento y que nos
dediquemos en cuerpo y alma a tu causa.
Ahora bien, no pretendes que rompamos
los lazos con los que nos rodean. Precisamente el encargo que nos haces es
atender al resto de seres. Quieres que nuestro tiempo y acciones las pongamos
al servicio de los demás, pero no que abandonemos nuestros quehaceres, sino que
esos quehaceres sean los otros: “…os haré
pescadores de hombres”.
Esos primeros discípulos eran
pescadores y van a seguir siéndolo, van a seguir en su profesión, pero
dignificándola, elevándola un escalón en el escalafón. Ahora lo que tienen que
pescar no son peces para alimentar la vida física de los demás, sino atraerlos
junto a Ti. Enseñar a los demás que por encima del alimento físico hay otro, de
superior categoría, al que hay que atender con preferencia. Nos encomiendas que
hagamos caer en la cuenta que por encima del alimento del cuerpo está el del
espíritu.
Para esa dedicación no es necesario,
en principio, retirarse a lugares extraños ni hacer acciones rarísimas. Es
seguir en el mismo ambiente, pero hacerlo todo con cariño, actuando por el bien
del otro y no por el propio, siendo generoso y no egoísta, compartiendo lo mío
para igualar las carencias de mis semejantes. Compartiendo mi tiempo y
dedicárselo a los que me necesiten porque están solos en la vida o están en un
hospital o ya, por causa de las deficiencias de la edad, no pueden salir de
casa. Aconsejar a los que veamos que van por caminos erráticos. Animar y
alentar a los decaídos y desalentados. Creo, Señor, que esta es nuestra labor
como pescadores de hombre.
“Inmediatamente
dejaron las redes y los siguieron”.
Su respuesta fue pronta, sin dudas, sin medias tintas. También la nuestra tiene
que ser inmediata, prontos cuando alguien nos necesite o solicite. Es lo único
que nos pides: dedicación plena e inmediatez.
Pedro José Martínez Caparrós
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