Estas palabras del poeta gallego José
Ángel Valente me han dado pie para esta reflexión, porque si el amor está en lo
que tendemos, vamos a empezar la jornada con una súplica: Que Dios nos conceda
ser artesanos de la paz tendiendo puentes, que acerquen, que establezcan
conexiones, que unan.
¿Qué son los puentes? El diccionario
dice que son «estructuras de distintos materiales construidos para salvar
niveles excesivos, para lograr la continuidad en lugares interrumpidos por la
presencia de obstáculos difíciles de superar». Pero el fin de todos los puentes
es siempre el mismo, acortar distancias, salvar desigualdades, soportar el
rodaje de vehículos….
Nosotros podemos tender puentes que
favorezcan la paz por donde puedan transitar toda clase de personas, puentes
que les brinden ocasión de encontrarse, de reconocerse … Ser puente es también
ser soporte seguro para el que se decida a cruzarlo.
Si en el campo de la técnica existe tanta variedad de puentes: levadizos, colgantes, transbordadores … algunos tan sofisticados que son un verdadero alarde de ingeniería
…¿Cuántas clases de puentes podemos
construir en el plano humano-espiritual?
Veamos algunos.
Vamos a esforzarnos, hoy, en tender: puentes
de comprensión, de cariño, de cercanía cordial, que rompen la soledad; puentes
de amor, de ternura, que iluminan situaciones de desvalimiento o de enfermedad;
puentes de palabras suaves, mansas, porque el gritar no es signo de paz; puentes
de caridades ocultas, de delicadezas pequeñas con las que muchas veces podemos
hacer felices a los demás; puentes que unen orillas muy distantes ocasionadas
por prejuicios, por malentendidos, que alejan y son verdaderas amenazas para la
paz; puentes que superan las diferencias, pasan por alto lo dispar, acogen las
desigualdades para acrecentar la unidad; puentes recios que sirven de soporte a
quienes los quieran cruzar agobiados por el peso del dolor, de la ansiedad y al
mismo tiempo les sirvan de apoyo y estímulo; puentes de silencio, muy fecundo
cuando las palabras no son capaces de expresar el consuelo que quisieran
prodigar; puentes de armonía, de callada interioridad, de fraternidad; puentes
de oración: son puentes gigantes, que abrazan los continentes, cruzan los ríos
y el mar y son ayuda invisible pero real y llegan a los lugares más lejanos; puentes
de autodominio, de servicio incondicional, de olvido propio, sólo aspiran a que
otros puedan gozar ;puentes de reconciliación: es más difícil reconstruir sobre
ruinas de lo que se ha roto que hacerlo de nuevo … pues también esa medida
debemos alcanzar.
Tendamos puentes de la mañana a la
noche, en la familia, en el trabajo, en la amistad, en la profesión, en la
sociedad. No olvidemos que ser puente es servir de vínculo, de conexión, de
enlace. Aspiremos a ser puentes que brinden encuentros; pero puentes, sólo
puentes olvidados de lo que ofrecen y dan. Vivamos este día tendiendo puentes.
Aspiremos a ser peritos en esta tarea hasta llegar a convertirnos nosotros en
puentes para los demás. Seamos puentes en lo cotidiano y que nuestros puentes
sean siempre porta-paz.
J. Jauregui
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