viernes, 23 de septiembre de 2022

Enamorarse de Dios

 


Cuando pienso en el Paraíso veo un lugar pleno de luz, de felicidad, pero no me imagino cómo es enamorarse de Dios. Aquí en la tierra cuando te enamoras, es genial y aunque no se me ocurre otro “modelo” de enamoramiento, según Santos que lo han sentido, dicen que es espectacular, casi “insoportable”.     

Claro que tampoco seremos “hombres ni mujeres” tal que aquí, pero seremos...  ¡Madre mía qué cosa más extraordinaria!, todo infinitamente más hermoso, diferente.   

A veces pienso en los que ya disfrutan del CIELO como Pablo, José, Bernardett o mis padres -he pasado Puertas Santas por ellos- ¿Qué estarán haciendo ahora?   

Alguien decía que se cantaba y cantaba, se adoraba y adoraba... Hoy me dicen que lo haga en casa y es que ya no me gusta cantar y lo de adorar, solo ante el Santísimo.  

Ignoro cómo serán esos misteriosos “lares”, pero no creáis que curiosidad tengo un montón aun viviendo entre el miedo y la esperanza; y aunque es difícil concebir el dejar este gran planeta azul sin haberlo conocido en su magnitud, la FE es lo único que lo suple. Me pregunto también si conoceremos el vasto universo -tal vez ni nos interese-.   

¡Madre mía! Estar junto a Dios y con las Santas almas que pasaron por aquí, me hace superar el momento de morir. ¡Quiero estar “enamorada” en esa ciudad de luz que describe Juan!

Ya veréis como no tiene nada que ver con lo que pienso... Mi imaginación no da para mucho, la verdad...

 Emma Díez Lobo

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