sábado, 24 de septiembre de 2022

Partiendo la Palabra Domingo XXVI T.O

 


Jesús presenta la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro.

 Por razón de la brevedad nos limitamos al final del pasaje en el que el rico, un pobre hombre, suplica a Abraham que envíe a alguien a avisar a sus hermanos para que no terminen en este lugar espantoso. Abraham le dice: Tienen la Ley y los Profetas; así es cómo llaman los judíos a la revelación de Dios en el Antiguo Testamento, y añade: Si no escuchan la Ley y los Profetas no creerán, aunque resucite un muerto.

 Los judíos en general, también hoy, se saben casi todo el Antiguo Testamento de memoria, pero esto les sirve de poco si no escuchan; también nosotros, debemos escuchar la Palabra con el corazón a fin de convertirnos realmente.

 Muchos milagros, hizo Jesús en Israel y no le creyeron porque su predicación no alcanzó su corazón. Por eso Pablo nos dirá que la fe, se refiere a la fe adulta, nace de la predicación del Evangelio (Rm 10,17) escuchada con el corazón. Así, con el corazón ardiente escuchó Lidia la predicación de Pablo y se convirtió. (Hch 16,14).

 La predicación del Evangelio en el Nombre de Jesús ha de ir desde el corazón del predicador hasta el corazón de quienes le escuchan.

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario