sábado, 10 de septiembre de 2022

Partiendo la Palabra Domingo XXIV T. Ord. (Lc 15,11 – 31)

 


 Dejemos que unas de las muchas ráfagas del Espíritu que surgen de la parábola del hijo pródigo nos acaricie.

 Este hijo tan desleal esperaba encontrar la vida lejos de su padre, que representa a Dios. No la encontró, es más, perdió su dignidad. Nos dice Jesús que " entrando en sí mismo " decidió recuperar la lealtad, que no había tenido con su padre ni con su alma a la que había dejado a merced de la Mentira y Vacíos del mundo.

Al entrar en sí mismo, hizo quizás sin saberlo la bellísima experiencia de fe que nos legó este salmista: " Dice de ti mi corazón busca mi rostro, si Dios mío, busco tu rostro, no me rechaces. " (Sl 27,8-9).

  Fortalecido por estas palabras, que Dios suscitó al salmista, aunque nuestro amigo no tuviese conciencia de ello, y arropado por la humildad, se puso en camino hacia su padre, quien viéndole a lo lejos no pudo contener su emoción y " corriendo hacia él se le echó al cuello y le besó efusivamente" Si, " Dios es amor" (1 Jn 4,19).


 P. Antonio Pavía

 comunidadmariamadreapostoles.com

 

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