Nos da la impresión de que Dios tatuó en el seno de
sus profetas sus propias entrañas para que conociésemos la sublimidad de su
perdón.
Veamos un
pasaje de Isaías. Israel, que se ha desentendido de Yahvé, está postrado,
cautivo en Babilonia, no por castigo sino porque los israelitas al prescindir
de Él, creyeron que podrían, ellos solos, vencer a sus invasores y al no
tenerle como su Defensor fueron presa fácil para sus enemigos. En el exilio se preguntaron:
¿Que hemos hecho? ¿Como hemos llegado a ser tan necios? ¡Dios nos ha abandonado y con razón!
No es cierto, Dios que no es vengativo envío a
sus profetas para decirles: ¡Ánimo, no temáis, seguís siendo mi pueblo! ¡Os
libraré de la nación que os oprime!
Si esto nos parece inaudito, nos quedamos sin palabras
y hasta sin aliento al escuchar estas palabras que susurró a Isaías para su
pueblo, para nosotros, infieles tantas veces a Él, igual Israel: "Desbordo
de gozo en el Señor. Me ha revestido con una túnica de salvación, con un manto
glorioso " (Is 61,10).
El miércoles
hablaremos de " nuestra túnica de salvación …"
P. Antonio Pavía
comunidadmariammadreapostoles.com
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