Hablamos del Espíritu Santo partiendo de lo que dijo
Adán de Eva al verla por primera vez: "Esta sí que es carne de mi carne y
hueso de mis huesos " (Gen 2,23 ). Juan nos dice que "a todos los que
recibieron la Palabra, esta, les dio poder para ser hijos de Dios " (Jn 1,12); y
podría haber añadido: llegamos a ser hijos de Dios por obra y gracia del
Espíritu Santo Vivo en la Palabra.
En la Espiritualidad bíblica, recibir significa hacer
tuyo lo que se te ofrece. Vemos que hay una concordancia entre recibir la
Palabra y recibir el Espíritu Santo por parte de Jesús. Un discípulo de Jesús,
recibe, hace suyo, como alma de su alma el Espíritu Santo ofrecido por El al
vencer a la muerte. Recibe entonces, como algo suyo, el Fuego de Dios, su
Sabiduría para partir la Palabra, el Amor que trasciende nuestra la debilidad…etc.
Al recibir-acoger estas semillas divinas, tu alma crece
sin cesar a los ojos de Dios tu Padre que un día te dirá lo mismo que dijo a su
Hijo en el río Jordán: "Eres mi hijo amado, en ti me complazco" (Mt
3,17) ... y recordando a Adán y Eva, te dirá: ¡Eres alma de mi Alma;
espíritu de mi Espíritu!
Así pues cuando alguien te diga ¡No sirves para nada!
ríete para tus adentros...más aún: ¡ríete al unísono con Dios tu Padre!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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