miércoles, 16 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra (IV) A los pies de Jesús... su Palabra

 



 

Dejamos a María de Betania con su cuerpo y los oídos de su alma, inclinados ante las palabras de Jesús. No las escuchaba para aprendérselas de memoria, que también, sino para que Jesús las escribiese en su corazón (Jer 31,33). Bien sabía, que solo así, llegaría a ser totalmente suya. Con el Evangelio en sus entrañas podría resplandecer como Luz de Dios al servicio del mundo (Mt 5,14). Ya podemos, entonces vislumbrar su relación con Jesús y comprender mejor nuestra misión como discípulos suyos, a la luz de su anuncio liberador: "Yo soy luz del mundo, el que me sigue, no caminará en tinieblas" (Jn 8,12).

Jesús es... El Resplandor de la Gloria del Padre entre nosotros, y todo aquel que le busca con corazón sincero, es alcanzado por su Glorioso Resplandor. María de Betania inclinada ante Jesús que le daba Palabras de Vida Eterna (Jn 5,68) fue revestida de la Gloria de Dios. ¿Como iba su hermana pensar que podía dejar de lado el "Tabor donde estaba toda ella ...? ¡Atentos...! ¡El Tabor que vivió María de Betania está a nuestro alcance! Jesús así lo ha dispuesto gracias al Evangelio y a la Eucaristía ¡Son nuestro Tabor!

Ambos Evangelio y Eucaristía se complementan..." Se alían” para que los amigos de Dios- lo son los que le buscan incluso, a veces como Abraham, contra toda esperanza - (Rm 4,18) sean también arropados por el Divino Resplandor. Así divinizados, cruzan gloriosos el abismo de la muerte.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 14 de octubre de 2024

A los pies de Jesús, escuchaba su Palabra (III)

 



 

Lo que el Salmista profetizó acerca de María de Betania - recordemos, (Sl 45,11-12) se cumple también en todos los discípulos de Jesús, de ayer, hoy y siempre, por lo que merece un texto exclusivo ya que quien tiene su oído abierto a Dios alcanza una relación con ÉL de tal esplendor e intimidad que sobrepasa este mundo. Relación que solo es posible desde la Fuerza de Dios que reside en el Evangelio. (Rm 1,16). 

Veamos a este respecto y con cierto reparo, la semejanza entre María de Betania y Jesús. Hemos visto a María de Betania con "su oído abierto" a las palabras de Jesús. Por su parte Jesús, tiene su oído permanentemente abierto a la Voz del Padre como fue profetizado: "El Señor me ha dado lengua de discípulo para hacer llegar al cansado una Palabra alentadora. Mañana tras mañana, me abre el oído" (Is 50,4-5...). 

Jesús nos dice que recibe el Evangelio que predica del Padre que le hablaba (Jn 8,28). Esta semejanza, más divina que humana de Jesús con María de Betania es extensible a todos sus discípulos. (Jn 1,9-12). 

Oigamos esto que dice Jesús: "Mi Madre y mis hermanos, son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen" (Mt 12,49-50). Cumplir la Palabra significa llenar el corazón del Evangelio; paso a paso nos llenamos de su Gracia y su Fuerza hasta que lo vamos cumpliendo. (Rm 1,16). 

Recordemos que el Ángel llamo a María de Nazaret: "Llena de Gracia y a continuación la dijo: "El Señor está contigo" con esta Riqueza interior le salió natural decirle "Si a la propuesta de Dios " Por eso es nuestra Madre, que nos enseña el secreto para poder decir ... Si a Dios: ¡Guardando su Palabra!

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 12 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra Mi corazón en tus manos, Señor. Dom XXVIII (Mc 10 17-30)

 



Del Manantial de este Evangelio, se eleva un grito de alerta de Jesús: ¡No podéis servir a Dios y al Dinero! (Mt 6,24). Es una alerta que te invita a escoger, entre una vida, que a pesar de mil y una vueltas, queda bien engarzada, o bien otra en la que el paso del tiempo, hace que se desprendan piezas que la sostenían, incluso erguidamente.

El que sirve-adora a Dios termina siendo por obra y gracia suya, señor de sí mismo y de sus cosas. El que sirve-adora al Dinero llega poco a poco a ser esclavo de sus bienes e incluso anímicamente devorado por ellos.

El joven del Evangelio de hoy, deseaba vivir al lado de Jesús, sin dejar su dependencia del Dinero. Jesús le dio a elegir y toda su buena intención y generosidad se le vino abajo, porque tenía sus bienes atados con grandes nudos a su corazón.

Que Dios nos dé su Sabiduría para valorar nuestra vida, según el concepto que Él tiene del valor, no el nuestro. Jesús nos llama a ser, más que a tener y nuestro acierto es saber que siempre le tendremos a Él.

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 9 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús, escuchaba su Palabra (II)

 




Hoy vemos la relación existente entre María de Betania que escucha la Palabra y Jesús que cumple su misión, sostenido por la Palabra que escucha de su Padre (Jn 8,28-29). La actitud amorosa de María escuchando a Jesús, está profetizada en este Salmo: "Escucha hija, mira, inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna y el rey (Dios) se prendará de tu belleza" (Sl 45,11,12).

Sabemos que por la escucha de la Palabra, Jesús prende su Fuego en los corazones. (Lc 24,32). La relación profunda con el Evangelio, provoca una experiencia de infinitud, ante la Belleza Inmortal de las Palabras de Vida y Espíritu que Jesús le parte para su crecimiento como discípulo suyo (Jn 6,63b).

Ahora entendemos porque María ni se enteró de los quehaceres y afanes de Marta, su hermana; y es que tenía todo su ser:  alma y cuerpo absortos en Jesús, la Palabra del Padre. Oímos antes al salmista que decía: "Inclina el oído ..." y María estaba toda ella inclinada ante Jesús, no por devoción, sino que como virgen (el alma) llena de Sabiduría, no quería en absoluto perderse ninguna de las Palabras de Vida que Jesús le daba.  A esto se le llama el saber escuchar, cuyo fruto es saber rezar, es decir, saber estar con Dios.

 

P Antonio Pavía

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lunes, 7 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús, escuchaba su Palabra (Lc 10, 38-42)

 


Escuchar la Palabra en la Espiritualidad bíblica implica la actitud y el deseo de obedecer a Dios.

 Los primeros cristianos no escuchaban la Palabra solo para aprenderla, sino sobre todo para llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,11-12). Jesús no da a María de Betania que está a sus pies escuchándole, unas recomendaciones o un código de conducta; le está dando "Palabras de Vida Eterna". Esta mujer al escuchar a Jesús, con los oídos del corazón, anticipa, y esto vale para todos los que escuchan la Palabra como ella, la contemplación de la Gloria de Dios, su estancia a en el Cielo.

 En su conversación-catequesis con Nicodemo, Jesús le dice, que nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo. (Jn 3,1...) Está hablando de sí mismo pues "Está en el Padre y el Padre está en Él” (Jn 14,11) Jesús que viene del Padre, vuelve al Padre en su Ascensión.

 Volviendo a María de Betania, vemos desbordantes de alegría, que Jesús está diciéndonos que la oración contemplativa está al alcance de todos. No es un discurrir sobre etapas, moradas, conquistas...etc. ¡¡No!! María de Betania alcanzó con su amorosa e incondicional escucha, lo que Pablo llamó: "El Evangelio de la Gracia" (Hch 20,24). Por su forma de escuchar, Jesús creó en su alma la Gracia insondable de... ¡La Oración Contemplativa! .

                                     Seguimos el jueves .. 

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 5 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra Dom XXVII T. Ord (Mc 1O, 2-16) ¿Vives? O vas arrastrando tu vida

 



Unos fariseos interpelan a Jesús acerca del divorcio, arguyendo que fue permitido por Moisés. Jesús responde que ciertamente, Moisés legalizó el divorcio más no porque fuera algo bueno sino porque ya era un hecho en sí, debido a la dureza de corazón del pueblo. La denuncia de Jesús es clara: la sociedad decide legalizar algo e incluso proclamar, por ejemplo, que el aborto es un derecho de una mujer a poner fin a la criatura que lleva consigo, porque está socialmente aceptado. Jesús apunta a algo tan destructivo como es la dureza del corazón.

 En el Salmo 81 leemos que Israel no quiso escuchar la Voz de Dios el cual no le castigó, simplemente le dejó en manos de la dureza de su corazón. Sin Dios, Israel fue endureciendo más y más su corazón hasta convertirlo en una piedra, que se convirtió en una carga insoportable. (Ez 12,19). Carga que se intenta ignorar con fiestas, viajes, compras, proyectos, vanidades... etc. pero que se hacen notar de mil formas, como, por ejemplo, la inestabilidad emocional.

Entonces, por amor, por amor a nuestra querencia a vivir de fingimientos, se hizo hombre. Nos vio vejados y abatidos (Mt 9,36...) y compadecido nos dijo: "Venid a mí los que estáis fatigados y sobrecargados, que yo os aliviaré"... (Mt 11,28...).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 2 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (VIII)

 



Cerramos con broche de oro este ciclo Catequético sobre la Sed de Dios que nos lleva a Ser suyo; esta es la gran Herencia de sus buscadores. En este ciclo, la experiencia de Pedro nos ha iluminado el corazón y el alma.

 Hoy nos lo imaginamos en el Cenáculo, esperando la Resurrección de Jesús, como Él había dicho. Todos tienen miedo, temen las represalias del Sanedrín, por haber seguido a Jesús. Además, Pedro, está más que abatido. Le duele indeciblemente el alma, por no haber estado a la altura de sus promesas. Aun así, tuvo la humildad de estar con el grupo.

 Resonarían en su interior las palabras de Jesús: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia"(Mt 16,18). Tenía interrogantes sobre la Resurrección de Jesús, pero su Amor a Él, era mayor, más fuerte que sus dudas. En esto Jesús Resucitado se les aparece a todos y les dice: ¡La Paz con vosotros! (Jn 20,19...).

 Pedro se acordaría de haber oído en la sinagoga, de algo sobre la Paz que viene de Dios. Esa paz que " rescata el alma” (Sl 55,19). Experimentó entonces en sí mismo el rescate de Jesús, su caricia divina al hacer descender sobre él la Paz del alma que solo Dios le podía dar...Supo entonces que Jesús era el Hijo de Dios, que venía a su encuentro no como juez sino como Rescatador de su alma herida. Ante una experiencia así que todos podemos vivir...

¿Cómo no tener Sed de Dios? ¿Cómo no tener ansias de Ser suyo? Esta es la experiencia de los Buscadores de Dios, de los que no se detienen hasta que lo encuentran. (Lc 11,9...).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com