Del Manantial de este Evangelio, se eleva un grito de alerta de Jesús: ¡No podéis servir a Dios y al Dinero! (Mt 6,24). Es una alerta que te invita a escoger, entre una vida, que a pesar de mil y una vueltas, queda bien engarzada, o bien otra en la que el paso del tiempo, hace que se desprendan piezas que la sostenían, incluso erguidamente.
El que sirve-adora a Dios termina siendo por obra y gracia suya, señor de
sí mismo y de sus cosas. El que sirve-adora al Dinero llega poco a poco a ser
esclavo de sus bienes e incluso anímicamente devorado por ellos.
El joven del Evangelio de hoy, deseaba vivir al lado de Jesús, sin dejar su
dependencia del Dinero. Jesús le dio a elegir y toda su buena intención y
generosidad se le vino abajo, porque tenía sus bienes atados con grandes nudos
a su corazón.
Que Dios nos dé su Sabiduría para valorar nuestra vida, según el concepto
que Él tiene del valor, no el nuestro. Jesús nos llama a ser, más que a tener y
nuestro acierto es saber que siempre le tendremos a Él.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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