Cerramos con broche de oro este ciclo Catequético sobre la Sed de Dios que
nos lleva a Ser suyo; esta es la gran Herencia de sus buscadores. En este
ciclo, la experiencia de Pedro nos ha iluminado el corazón y el alma.
Hoy nos lo imaginamos en el Cenáculo, esperando la Resurrección de Jesús,
como Él había dicho. Todos tienen miedo, temen las represalias del Sanedrín,
por haber seguido a Jesús. Además, Pedro, está más que abatido. Le duele
indeciblemente el alma, por no haber estado a la altura de sus promesas. Aun
así, tuvo la humildad de estar con el grupo.
Resonarían en su interior las palabras de Jesús: "Sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia"(Mt 16,18). Tenía interrogantes sobre la Resurrección
de Jesús, pero su Amor a Él, era mayor, más fuerte que sus dudas. En esto Jesús
Resucitado se les aparece a todos y les dice: ¡La Paz con vosotros! (Jn 20,19...).
Pedro se acordaría de haber oído en la sinagoga, de algo sobre la Paz que
viene de Dios. Esa paz que " rescata el alma” (Sl 55,19). Experimentó
entonces en sí mismo el rescate de Jesús, su caricia divina al hacer descender
sobre él la Paz del alma que solo Dios le podía dar...Supo entonces que Jesús
era el Hijo de Dios, que venía a su encuentro no como juez sino como Rescatador
de su alma herida. Ante una experiencia así que todos podemos vivir...
¿Cómo no tener Sed de Dios? ¿Cómo no tener ansias de Ser suyo? Esta es la
experiencia de los Buscadores de Dios, de los que no se detienen hasta que lo encuentran.
(Lc 11,9...).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario