Al acercarse el mes de
mayo, consagrado por la piedad de los fieles a María Santísima, se llena de
gozo Nuestro ánimo con el pensamiento del conmovedor espectáculo de fe y de
amor que dentro de poco se ofrecerá en todas partes de la tierra en honor de la Reina del Cielo. En efecto,
el mes de mayo es el mes en el que en los templos y en las casas particulares
sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso
homenaje de su oración y de su veneración. Y es también el mes en el que desde
su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la
divina misericordia.
Nos es por tanto muy grata y consoladora esta práctica tan honrosa para
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