martes, 2 de abril de 2013

VIGILIA PASCUAL


 

 


 

 

Solo con imaginar tu Calvario, oírlo de boca de tus apóstoles o simplemente leerlo en ese pequeño librito de Los Evangelios, se me parte tanto el corazón que no puedo dejar de llorar, se inundan mis manos, el suelo de la Iglesia, mi alma entera.

Qué egoísta soy cuando te digo ¡Aguanta Jesús, aguanta un poco más! ¡Son tantos nuestros pecados, somos tantos a resucitar contigo!

Quiero ponerme de tu lado y entenderte; quiero mi Dios acompañarte en tu camino a la Muerte, no como el que mira y llora, sino como el que te comprende y admira tu Amor por el hombre.

Qué voy hacer sino gritarte ¡Un paso más, un paso más Jesús! Aquel día no estaba yo para animarte por qué aún no había resucitado a la vida ni Tú tampoco habías muerto, pero hoy sí te puedo decir: “Un paso más”, mientras recibes un sufrimiento inhumano, pero inhumano es el hombre cuando odia, cuando no cree en Ti. Un paso más y te clavarán en la Cruz… ¡De qué condena infernal nos has salvado para llegar a esto libremente! Una lágrima más Señor, una bocanada más de aire (mi alma ya no puede más) y tus últimas palabras Jesús, por favor, esas en que dices que me perdonas, y ahora muere Dios mío, muere tranquilo, tu Padre está Contigo.

No llores más, no sufras más, no te atormentes más y yo dejaré de llorar tu angustia.

¡Por favor, sálvame ya y resucita pronto! Tres días fue demasiado tiempo para mí; ya, ya sé que tenías que pasar por el infierno ¡Y eso qué eras Dios! Pero como hombre debías saber el porqué de tu Muerte y entender a tu Padre; como Dios salvarlo de esa terrible condena. Aún así Señor, tres días fue mucho tiempo sin Ti, no sé después donde anduviste, sí charlando con tu Padre (contigo mismo), con los Profetas o haciendo las moradas para nosotros. Supongo que sí, por qué desde tu Resurrección ya el Cielo se abrió para todos. ¡A qué precio mi Dios, a qué precio pagaste la Gloria del alma!

Déjame decirte una y otra vez gracias, gracias, gracias. Tus palabras “Yo estaré siempre con vosotros” me llenan de esperanza y a cada hora, cada momento de mi vida te digo: “Jesús no te separes de mi ni un minuto y cuando llame la tentación a mi puerta, sal Tú a abrir por mi”.

¡Te quiero mi Dios, te quiero! He dejado de llorar hasta el próximo año…

 

Emma Diez Lobo Domingo de Pascua 2013

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