Solo con imaginar tu Calvario, oírlo de
boca de tus apóstoles o simplemente leerlo en ese pequeño librito de Los
Evangelios, se me parte tanto el corazón que no puedo dejar de llorar, se
inundan mis manos, el suelo de la
Iglesia , mi alma entera.
Qué egoísta soy cuando te digo ¡Aguanta
Jesús, aguanta un poco más! ¡Son tantos nuestros pecados, somos tantos a
resucitar contigo!
Quiero ponerme de tu lado y entenderte;
quiero mi Dios acompañarte en tu camino a la Muerte , no como el que mira y llora, sino como el
que te comprende y admira tu Amor por el hombre.
Qué voy hacer sino gritarte ¡Un paso
más, un paso más Jesús! Aquel día no estaba yo para animarte por qué aún no
había resucitado a la vida ni Tú tampoco habías muerto, pero hoy sí te puedo
decir: “Un paso más”, mientras recibes un sufrimiento inhumano, pero inhumano
es el hombre cuando odia, cuando no cree en Ti. Un paso más y te clavarán en la Cruz … ¡De qué condena
infernal nos has salvado para llegar a esto libremente! Una lágrima más Señor,
una bocanada más de aire (mi alma ya no puede más) y tus últimas palabras
Jesús, por favor, esas en que dices que me perdonas, y ahora muere Dios mío,
muere tranquilo, tu Padre está Contigo.
No llores más, no sufras más, no te
atormentes más y yo dejaré de llorar tu angustia.
¡Por favor, sálvame ya y resucita
pronto! Tres días fue demasiado tiempo para mí; ya, ya sé que tenías que pasar
por el infierno ¡Y eso qué eras Dios! Pero como hombre debías saber el porqué
de tu Muerte y entender a tu Padre; como Dios salvarlo de esa terrible condena.
Aún así Señor, tres días fue mucho tiempo sin Ti, no sé después donde
anduviste, sí charlando con tu Padre (contigo mismo), con los Profetas o
haciendo las moradas para nosotros. Supongo que sí, por qué desde tu
Resurrección ya el Cielo se abrió para todos. ¡A qué precio mi Dios, a qué
precio pagaste la Gloria
del alma!
Déjame decirte una y otra vez gracias,
gracias, gracias. Tus palabras “Yo estaré siempre con vosotros” me llenan de
esperanza y a cada hora, cada momento de mi vida te digo: “Jesús no te separes
de mi ni un minuto y cuando llame la tentación a mi puerta, sal Tú a abrir por
mi”.
¡Te quiero mi Dios, te quiero! He
dejado de llorar hasta el próximo año…
Emma Diez Lobo Domingo de Pascua 2013
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