Este día Jesús se pasó haciendo de las
suyas… ¡A lo grande y delante de más de medio pueblo judío!!! -Si hoy estos, no
son cristianos después de aquella comilona… De verdad que no lo entiendo y
¡mira que son listos los “condenaos” para lo que quieren!- Así sucedió:
¡Anda Felipe, deja de preguntar cómo va a
comer toda esta gente con lo tarde que es y repartamos los 5 panes -de cebada-
y los 2 peces entre todos…! Ya le vale a Jesús, ¡Pobre Felipe!, se quedó a
cuadros, pero Jesús levantó los ojos al cielo y… Asunto arreglado; de pronto
los 5000, come que te come… ¡Hasta sobraron 12 cestos! Y lo mejor, la frase de “Que no se pierda nada”.
Era su amor lo que Jesús repartía, pocos
eran 5000 para Él, pocos, por eso sobraba Pan de Vida para los que aún no
estaban con Él. A mí me ha llegado un Panecillo de aquel día… Y me voy contenta
y “rellena” a mi casa, porque Jesús en aquella pradera de Tel-Hadar, también
pensó en mí, y en ti y en él…
Siempre tendremos un pan de sobra para el
que llegue después. ¡No te preocupes! Aquellos panes siguen dando vueltas por
el mundo, y aunque ahora no los repartan ni Felipe ni Andrés (sus amigos de
entonces), hoy tenemos otros nombres, también apóstoles que nos lo reparten y
siempre, siempre sobran Panecillos, ¡pero que no se pierda ninguno!
Los peces son otro cantar, porque -como
tienen ojos- yo creo que son el alimento del cuerpo, que es tan importante como
el del alma, porque sin cuerpo… ¡Ya me dirá Jesús donde ponemos el alma!!!, al
menos mientras intentamos portarnos bien… Pues eso, a ayudar entre todos al que
no tiene pescado y que Dios ilumine al hombre santo a repartir el pan de Vida cada
día en “las praderas” de tus templos…
Ya no tienes que retirarte a orar sólo
después de darnos de Comer, Jesús. Ya has dejado aquí tu legado, el Pan de
cebada para el Espíritu y la caridad del hombre, para el que no tiene alimento…
Nos dejas unas cosas geniales, ¡Es que eres Genial, te mire por donde te mire!
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