sábado, 28 de enero de 2017

¡Si presientes que Dios te llama, no acalles su voz!






Me sentí totalmente identificado con aquel PowerPoint que los responsables del Equipo Nacional de Vocaciones de Francia nos pusieron en el Encuentro Europeo de Vocaciones, celebrado hace varios años en Roma. Aparecía un niño de unos seis o siete años que decía:

—Cuando yo era pequeño soñaba con:

Salvar vidas humanas (y simulaba —disfrazado de «bombero»— cómo ayudaba a los que se encontraban atrapados en un incendio);
 Cuidar a las personas (y simulaba —disfrazado de «médico»— cómo atendía a los enfermos en un hospital);
 Desvelar las potencialidades de cada uno (y simulaba —disfrazado de «maestro»— cómo enseñaba a otros niños en una escuela rural);
 Ayudar a los demás a ser libres (y simulaba —disfrazado del «zorro»— cómo defendía las causas justas de los más desheredados);
 Jugar a ser mayores (y simulaba —disfrazado de «padre»— cómo acompañaba a su esposa embarazada al hospital para dar a luz);
 Llegar al cielo (y simulaba —disfrazado de «astronauta»— cómo se elevaba por encima de la tierra hasta llegar a «lo más alto»);
 Descubrir tesoros (y simulaba —disfrazado de «pirata»— cómo surcaba los mares en busca de «nuevas fortunas»);
 Etc.

Cuando era niño anhelaba con llegar a ser un hombre… Hoy, soy todo eso. Soy SACERDOTE. Y aparecía su rostro, vestido de clerigman.

Los creativos de este breve y sugerente spot publicitario han logrado ofrecer la verdadera identidad del sacerdote, del «pescador de hombres» que Jesús anda buscando entre los jóvenes de nuestra Diócesis. El sacerdote, tiene un poco de bombero (¡cuántos «fuegos» me ha tocado ayudar a «apagar» para que nadie se quemase!); de médico (¡cuántas «heridas» he tenido que suturar para que nadie se «desangrase» ante el desamor, la envidia, el rencor, el egoísmo…!); de maestro (¡cuántas «lecciones de vida», sin palabras, he dado o recibido de tantos, especialmente de los mayores, de los más jóvenes o de los niños!); de zorro (¡cuántas «injusticias» he tenido que detectar y denunciar para salvaguardar la dignidad de todos); de «padre» o «madre» ante la orfandad creciente que hoy experimentan tantos jóvenes en esta paradójica sociedad del bienestar que les hemos regalado los mayores; de astronauta cuyo ideal es conducir a todos hasta el «cielo» donde se vislumbra la vida desde otras coordenadas que la llenan de sentido y plenitud; de pirata para poder acompañarte en la conquista del único y verdadero tesoro de tu vida, JESUCRISTO. 

En el evangelio vemos cómo Jesús llama a dos parejas de hermanos, a Pedro y a Andrés, a Santiago y a Juan. Los cuatro vivían en Cafarnaúm, eran pescadores, tenían ya montada su vida. Pero el Señor, les cambia los planes. Les invita a ser pescadores de otra forma. Y les comparte su sueño: «que nadie se pierda». Y dejándolo todo, se ofrecieron a compartir con Jesús de Nazaret este ideal de vida y misión.

Hoy también Dios tiene un sueño para cada uno de los hijos del Alto Aragón que le gustaría compartir si estás dispuesto a escucharlo. Si alguna vez presientes que te llama a colaborar con Él, no acalles su voz. Nunca te sentirás tan feliz, tan fecundo, tan libre y tan auténtico. Esta ha sido, hasta ahora, mi pobre y humilde experiencia. Y ya son 37 años los que llevo embarcado con Él.

Seguir a Jesucristo es conformar tu corazón con el suyo. Sólo así se logra la comunión y la unidad entre todos. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos que nos regala también hoy, entre nuestros hijos, aquellas mediaciones privilegiadas que necesitamos para salvarnos. Ojalá vuestros padres nunca interfieran en vuestra vocación como trató de hacer esta madre. Lo que ella ignoraba es que Dios es «aragonés», esto es, constante: «Cuando mi hijo quiso ser sacerdote yo luché desesperadamente contra él. Lo quería demasiado. Esperaba mucho de él. Quería que fuese feliz. Su padre y yo soñábamos con un futuro brillante para él, con una buena carrera, con un buen empleo, con una buena posición social, con una buena esposa… Por más que lo intentamos no conseguimos nada. Fue mucho más fuerte que nosotros.
Hoy soy la madre de un sacerdote. De un humilde y sencillo servidor. Pero me siento feliz y orgullosa al verlo repartir a manos llenas «palabra» y «pan», «ternura» y «perdón». ¡Cuánto le agradezco al Señor que fuera más fuerte que nosotros!»
Termino pidiendo al Señor, con la oración de J. J. Pérez Benedí, que nos regale una docena de sacerdotes para que nunca falte en esta tierra el pan de la palabra, el pan de la eucaristía, el pan de la ternura de Dios que llene vuestras vidas:

AL INSTANTE LO SIGUIERON
Como en tiempos de Jesús,
el mundo está prisionero
de sombras, necesitado
de la luz del Evangelio.

Jesús es brillante “sol”
que limpia los ojos ciegos,
cura las enfermedades
y las dolencias del pueblo.

Es urgente que nosotros
nos convirtamos por dentro,
que cambiemos nuestros planes
por los valores del Reino.

Andrés, Pedro, Juan, Santiago
nos convencen con su ejemplo:
“Dejando redes y padre,
al instante lo siguieron”.

Ya no pescarán más peces
que venderán por dinero
serán pescadores de hombres,
heraldos de un “mundo nuevo”

Hoy Jesús sigue llamando:
Necesita mensajeros
para llevar a los hombres
su Palabra y su consuelo.

Señor, la pesca es inmensa
y pocos son los obreros.
Cuenta siempre con nosotros.
queremos ser misioneros.

Con mi afecto y bendición,

Ángel Pérez Pueyo
Obispo Barbastro-Monzón


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