domingo, 13 de mayo de 2018

Alguien peculiar


                                              

                                                  

San Francisco tenía ganas de morir para Dios, pero no me refiero a él, sino a una hermana genial que no tiene miedo a nada. Un día me dijo:

-Tengo unas ganas de morir bestiales…

-¡Jovar, hija! y ¿eso?, a mí me da un yuyu importante ¡Menudo momentito!

- Tú es que no sabes, pero yo sí y es fantástico. En cuanto muera, seré la persona más feliz del mundo. El misterio se me revelará y, veré tantas cosas nuevas que no sabes, no sabes la ilusión que me da.

- Mujeeeeeeeerrrrr, tanto como ilusión…

- Pues sí, es genial, ¿es que tú, no?

- Yo debo ser normal, ni santa, ni mística ni… ¡No, hija no!

- ¡Claro! es que tú…

- Yo ¡qué!

- Que tú no tienes fe

- ¡Ya estamos!... Lo que pasa es que irse de la tierra para no volver (como la Isa canaria) pues como me da gran pena: La familia, los pajaritos, las nubes, los ríos…

- ¿Ves como piensas? Así no se puede… Todo es mucho mejor allí y ¿tú que sabes si hay más pájaros que aquí?

- Pues tienes razón, viéndolo así…   

- ¿Qué andáis hablando?

-Señor, cosas de mi hermana sobre tu Reino, del “paso” hacia el cielo…

- ¡Andad y vivid llenando la maleta de buenas obras y dejad de elucubrar sobre éste lugar! Todo llegará. Cuando os pida, como en las fronteras, que abráis “el equipaje”, será mi juicio y el vuestro dónde os lleve “la mercancía”…

- ¿Ves? Ya lo decía yo, hermana, la cosa tiene “bemoles”…

- ¡Ya! pero tengo unas ganas…

- ¡Mujeeeeeeeerrrrr!

Emma Díez Lobo

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