miércoles, 4 de diciembre de 2024

Partiendo la Palabra ¿Dónde está tu Dios? (VIII)

 



Dejamos a Jesús escarnecido hasta lo indecible por una turba de " enfermos del alma " que le gritaban fuera de sí: ¿Dónde está tu Dios?

  Dicen que Jesús, no respondió a sus desprecios, pero no es cierto, con un esfuerzo supremo, clavado en la Cruz, alzó sus ojos a lo alto y dijo al Padre: Perdónales...Si Padre, perdónales...  ¡No saben lo que hacen! (Lc 23,34).

  Al pronunciar estas palabras, se abrieron las puertas de nuestro Perdón y también de nuestra Redención. Está fue su respuesta a tantos insultos y blasfemias. A continuación, el mundo, vio brillar su victoria y también la nuestra, al oír al Crucificado decir al Padre: ¡En tus manos encomiendo mi Espíritu! O sea: Abre tus brazos que voy hacia ti (Lc 23,46).

  Los primeros signos de la Victoria de Jesús sobre la Mentira que pisotea nuestras mentes y corazones nos los dio el Centurión al proclamar conmovido: ¡Verdaderamente éste, era el Hijo de Dios! (Mc 15,39).

 !Increíble! El testimonio público de "un pagano” "golpeó de tal modo la conciencia de esos cumplidores blasfemos, que…oigamos lo que escribe Lucas: "Al ver lo sucedido, se volvieron golpeándose el pecho (Lc 23,48), como el publicano (Lc 18,13).


 P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

lunes, 2 de diciembre de 2024

Partiendo la Palabra ¿Dónde está tu Dios? (VII)

 




Nos quedamos perplejos, con el alma dolorida, ¡al asomarnos al Calvario...! ¡El día de nuestro Perdón y Redención!

Vemos una caterva, asidua a la sinagoga, gritando con saña a Jesús Crucificado: ¿Dónde está tu Dios? Barbaridades parecidas a esta, se las dijeron hasta machacar sus oídos, a lo largo de su Ministerio Mesiánico.

Pero en el Calvario mostraron hasta qué punto puede Satanás, inducir al hombre, que se bebe sus mentiras, a vomitar de sus corazones - vacíos de Dios- semejante manojo de insultos, que pisotearon hasta la saciedad la dignidad de Jesús. Estos hombres, ni siquiera trataban así a sus propios animales. Blasfemias inauditas como: ¡Sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios y baja de la Cruz... ¡A   otros salvó y no puede salvarse a sí mismo...! Que le salve Dios, si es verdad que es Hijo suyo... (Mt 27,40-43).

Nadie ha recibido tantas burlas y desprecios como Jesús, el Hijo de Dios en la Cruz. Nos preguntamos: ¿Que le dolieron más? ¿Los clavos que perforaron sus manos y pies ... o los desprecios sin nombre del pueblo elegido?

De todas formas... El que de una forma u otra no haya despreciado a Jesús Crucificado...que tire la primera piedra. Y... ¡Es tan asombroso, hasta que punto nos ha alcanzado el Perdón de Dios, que...yo estoy escribiendo esto y vosotros leyéndolo... ¡como Discípulos suyos!

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com