Dejamos a Jesús escarnecido hasta lo indecible por una turba de " enfermos del alma " que le gritaban fuera de sí: ¿Dónde está tu Dios?
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Dejamos a Jesús escarnecido hasta lo indecible por una turba de " enfermos del alma " que le gritaban fuera de sí: ¿Dónde está tu Dios?
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Nos quedamos perplejos, con el alma dolorida, ¡al asomarnos al Calvario...! ¡El día de nuestro Perdón y Redención!
Vemos una caterva, asidua a la sinagoga, gritando con saña a Jesús Crucificado:
¿Dónde está tu Dios? Barbaridades parecidas a esta, se las dijeron hasta
machacar sus oídos, a lo largo de su Ministerio Mesiánico.
Pero en el Calvario mostraron hasta qué punto puede Satanás, inducir al
hombre, que se bebe sus mentiras, a vomitar de sus corazones - vacíos de Dios- semejante
manojo de insultos, que pisotearon hasta la saciedad la dignidad de Jesús.
Estos hombres, ni siquiera trataban así a sus propios animales. Blasfemias
inauditas como: ¡Sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios y baja de la Cruz... ¡A otros salvó y no puede salvarse a sí
mismo...! Que le salve Dios, si es verdad que es Hijo suyo... (Mt 27,40-43).
Nadie ha recibido tantas burlas y desprecios como Jesús, el Hijo de Dios en
la Cruz. Nos preguntamos: ¿Que le dolieron más? ¿Los clavos que perforaron sus
manos y pies ... o los desprecios sin nombre del pueblo elegido?
De todas formas... El que de una forma u otra no haya despreciado a Jesús
Crucificado...que tire la primera piedra. Y... ¡Es tan asombroso, hasta que
punto nos ha alcanzado el Perdón de Dios, que...yo estoy escribiendo esto y
vosotros leyéndolo... ¡como Discípulos suyos!
P. Antonio Pavía
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