Recordemos; Pablo escuchó Palabras de Vida de la boca del mismo Jesús, que
abrieron las puertas de su corazón de hielo, poniendo al descubierto los
dioses, a quienes servía y que le esclavizaban. Ante la Luz que tanto le
iluminó, preguntó a Jesús: ¿Que tengo que hacer? (Hch 22,10) El soberbio e
insolente, como él mismo dijo de sí mismo (1 Tm 1,13) acertó con la tecla
adecuada que pone a todo hombre en la verdad ante Dios: Pasar del "voy a
hacer" al ¿Qué quieres que haga? Esto implica una relación con Dios
honesta, porque está poniendo en sus manos, las riendas de su vida. El Pablo
que hacía y deshacía según su corazón, enfermo de soberbias y fanatismos, dio
un vuelco transcendental. Acaba de decir a Jesús que ya no tiene planes ni
proyectos personales; está abierto al proyecto de Dios. Es como si dijese a
Jesús: Nací para ser eterno contigo, solo a ti, quiero amar y servir. Tú has
vencido a la muerte y deseas compartir conmigo tu victoria (2 Co 2,14).
Proclama entonces con el Salmista:
"Anunciaré tu misericordia y tu lealtad por todas las edades" (Sl
89,2). En realidad, está diciendo a Jesús...Si no me fío de ti, ¿De quién me
voy a fiar?
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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