Oímos a un salmista lamentarse porque su vida no vale nada a los ojos de
los que le odian. Herido y afligido pide a Dios que abra sus oídos a su clamor,
porque su alma está colmada de humillaciones. Su vida se tambalea hacia el
abismo, y desdichadamente, cree que es ya una persona acabada. (Sl 88,1-5...)
Sabemos que el mal existe, es más, nosotros tenemos conciencia del mal que
hemos hecho: violencias, ofensas, murmuraciones, rencores, calumnias...etc. Es
un mal que nos recuerda lo que dice Jesús: " Que él príncipe de este mundo
-que nos induce-, es homicida" (Jn 8,44).
Satanás, príncipe del mal y de la mentira,
seduce y arrastra a sus "siervos", para que arremetan, movidos por
envidias, contra los discípulos de Jesús. Y … ¿Qué podemos hacer, cuando
nuestra alma sufre desgarradoramente a causa de este odio enfermizo?
La respuesta es solo una: JESUS. Si,
… El, siempre que creamos en su Evangelio, en el que encontramos promesas
como esta, por ejemplo: " Venid a mí los que estáis cansados y abatidos…y
encontrareis descanso para vuestras almas.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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