Señor, ábreme tu Misterio.
Hecha está apreciación damos paso a
un anuncio, tan atrevido como iluminador: “... Y el Misterio se hizo
carne, y habitó entre nosotros" (Jn1,14). Podemos decir que, con su
Encarnación, él Hijo de Dios puso a nuestra disposición el Misterio de Dios (Mt
11,25...) Misterio solo perceptible desde la Sabiduría Divina, no de la nuestra
sin más.
A alguien, esto le podrá parecer exagerado, pero... dejemos hablar a San
Pablo: "Cuando vine la primera vez a anunciaros el Misterio de Dios, no lo
hice con sublime elocuencia o sabiduría humana…sino que anunciamos una
Sabiduría Divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios para nuestra
Gloria” (1 Co 2,1-7).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario