Hoy fijamos nuestra mirada en Asiria, donde los israelitas fueron
deportados en tiempo del rey Nabucodonosor. Entre los deportados, el rey
escogió a algunos jóvenes, para el servicio de la corte, destacando Ananías, Azarías
y Misael.
Nabucodonosor, para tener mayor dominio sobre los israelitas pretendió
arrancar de sus corazones su fe en Yahvé y para ello hizo levantar en sus
dominios una estatua de oro con la obligación de postrarse ante ella a todos
sus súbditos, incluidos los hijos de Israel. Ananías, Azarías y Misael se
negaron y fueron arrojados a un gran horno en llamas, que se elevaron hacia el
exterior unos 20 metros (Dn 3,19-47). Para sorpresa de los verdugos un Ángel
del Señor descendió junto a estos tres jóvenes que hablen mantenido su
fidelidad a Dios, que les preservó de las llamas. Lo que más sorprendió al rey
fue "que un cuarto joven, con rostro de ángel" se había unido a los
otros tres. El rey fue testigo del favor- milagro que el Dios de Israel había
obrado en estos jóvenes que se mantuvieron fieles a Él.
Este milagro encierra una bellísima profecía acerca de Jesús Él es quien
guía con su Amor a sus discípulos frente al fuego abrasador de este mundo, como
nos dice San Pedro (1 Pe 4,12-14 ).
Es cierto que los discípulos de Jesús, tenemos profetizado el odio y el desprecio del mundo(Jn 15,18...) pero más cierto es que Él, nos garantizó que estaría con nosotros en cada prueba por la que pasamos (Mt 28,19-20).
Promesa que lleva 2000 años cumpliéndose.
P. Antonio Pavía
comunidadmariammadreapostoles.com
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