Pedro se refugió en sí mismo, en su fuerza, cuando dijo a Jesús, que le amaba tanto, que estaba dispuesto a dar su vida por Él. (Jn 13,37 ). Apenas unas horas después, entró en una noche cruel y oscura, que no deseamos ni para el peor de nuestros enemigos. Noche espantosa. Pedro no se conocía a si mismo al declarar una y otra vez que no conocía a ese tal Jesús; fue entonces cuando le vio atado, llevado por unos soldados para ser juzgado. Jesús volviendo la cara le miró. No, no intentemos calibrar la magnitud del dolor de Pedro en su cuerpo y en su alma. Desamparado totalmente, dio rienda suelta a un mar de lágrimas y gemidos interiores. (Lc 22,54-62). Podía haber echado mano de la soberbia...esa soberbia que justifica nuestros pecados, pero no lo hizo. Decidió continuar, cargando con su vergüenza, junto al grupo de los Apóstoles. O sea...estaba dispuesto a lo que fuera con tal de no perder el amor-elección de Jesús al Discipulado.
Lo que pasó después ya lo sabemos. Con su actitud humildísima, Jesús sintió
que ese rudo pescador, le había robado el corazón. Resucitó, se acercó a él. No
le recordó sus traiciones. Se limitó a preguntarle: ¿Me amas?
Para Dios no hay nada Imposible,
dijo el Ángel a María al anunciarle la concepción del Hijo de Dios. Imposible
le podría parecer a Pedro que Jesús le perdonase tantísimo y le readmitiese
como Discípulo suyo. Él se limitó a preguntarle: ¿Me amas? ¡Apacienta mis ovejas! Yo haré de ti un Buen
Pastor en la línea de la que os hablé a ti y a los demás Apóstoles (Jn 10,1...).
Pedro vivió en todo su ser el Amor
Infinito...al ver cómo él Señor Jesús le estaba amando con todo su Corazón y
con toda su Alma. Vivir este "Amor Imposible "es nuestra garantía de
que seremos "La Luz de Dios en y para el mundo" (Mt 5,14...) Así fue,
Pedro pecó...pero no se refugió en excusas, se refugió en el Amor Eterno del
Hijo de Dios....y acertó.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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