Hoy vemos a Dios como refugio y fortaleza de quien a Él se acoge, partiendo de la experiencia de David. Sabemos que fue adúltero y asesino, pero que, siendo rey se humilló ante el profeta y Natán, enviado por Dios para denunciar su maldad. Que David se humillase quizás nos parezca normal; pero en aquellos tiempos que un rey se humillase ante un subalterno, por muy profeta que fuese era algo inaudito, hasta el punto que sí le hubiese mandado matar, nadie hubiese dicho nada. David se humilló ante Dios y ante él, y Dios le concedió su Espíritu de Sabiduría, con la que pudo escribir los Salmos, Fuente de la Oración del Alma de Israel, y a partir de Jesucristo, de su Iglesia. Por eso David el asesino, el sanguinario, el adúltero es considerado el "Padre de la Mística".
De hecho, si queremos penetrar en el Misterio de Dios empecemos por pedirle
que nos enseñe a "Partir la Palabra" de los Salmos; a sumergirnos en
ellos pues en sus ríos interiores fluyen infinidad de Catequesis, todas nuevas,
pues son llamas que emergen del Horno de Fuego de Dios.
Fijémonos que Jesús, en cuanto hombre, buscaba en los Salmos -su refugio
ante tantos desprecios y humillaciones. En cada uno de ellos, su alma veía la
Luz del Rostro del Padre, que mantenían su Fidelidad a la misión que le había
confiado.
P. Antonio Pavía
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