miércoles, 11 de junio de 2025

Partiendo la Palabra En ti me refugio, Dios mío. (VI)

 



Hoy vemos la relación de Jesús con sus discípulos a la luz de la debilidad de Pedro, de la que hemos hablado. La Fuerza de los discípulos de Jesús, después de su resurrección, no fue fruto de un fanatismo emocional.

 Lo analizamos a la luz del Salmo 91 que contiene una profecía fortísima acerca de Jesús y de sus discípulos. Habla de la Fuerza propia del Hijo de Dios para vencer al mundo. Jesús, no solo venció al mundo, sino que como dice San Pablo, hizo a sus discípulos partícipes de su victoria. (2 Co 2,14). El Salmo 91, nos brinda la profecía de esta victoria de Jesús, que es también nuestra. Jesús no devolvió mal por mal, no por cobardía, sino porque dejó que fuese su Padre quien le hiciese justicia. Leemos el Salmo: " … Verás la paga de los malvados, porque hiciste de Dios tu defensa," (Sl 91,9).

 Encomendar a Dios nuestras causas aparece frecuentemente en las Escrituras. Pensemos en Jeremías que sobrellevó tantas afrentas de todo tipo a lo largo de su misión: "Todos mis conocidos estaban al acecho de un traspiés mío...pero Dios está conmigo...y mis perseguidores tropezarán impotentes…”  (Jr 20, 10b-11).

 Ojalá tengamos esta fe adulta, que nos mueve a confiar así en Dios.

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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