Hoy vemos la relación de Jesús con sus discípulos a la luz de la debilidad de Pedro, de la que hemos hablado. La Fuerza de los discípulos de Jesús, después de su resurrección, no fue fruto de un fanatismo emocional.
Lo analizamos a la luz del Salmo 91
que contiene una profecía fortísima acerca de Jesús y de sus discípulos. Habla
de la Fuerza propia del Hijo de Dios para vencer al mundo. Jesús, no solo
venció al mundo, sino que como dice San Pablo, hizo a sus discípulos partícipes
de su victoria. (2 Co 2,14). El Salmo 91, nos brinda la profecía de esta
victoria de Jesús, que es también nuestra. Jesús no devolvió mal por mal, no
por cobardía, sino porque dejó que fuese su Padre quien le hiciese justicia.
Leemos el Salmo: " … Verás la paga de los malvados, porque hiciste de
Dios tu defensa," (Sl 91,9).
Encomendar a Dios nuestras causas
aparece frecuentemente en las Escrituras. Pensemos en Jeremías que sobrellevó tantas
afrentas de todo tipo a lo largo de su misión: "Todos mis conocidos
estaban al acecho de un traspiés mío...pero Dios está conmigo...y mis
perseguidores tropezarán impotentes…” (Jr 20, 10b-11).
Ojalá tengamos esta fe adulta, que
nos mueve a confiar así en Dios.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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